San Alfonso Ligorio, Obispo, Doctor de la Iglesia (Memoria)

agosto 1, 2020

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Jeremías 26:11-16, 24

    11Entonces, los sacerdotes y los profetas se dirigieron a los nobles y a todo el pueblo diciéndoles:
    —¡Sentencia de muerte para este hombre, porque ha profetizado contra esta ciudad como habéis escuchado con vuestros oídos!
    12Jeremías respondió a todos los nobles y al pueblo entero:
    —El Señor me ha enviado a profetizar sobre este Templo y sobre esta ciudad todas las palabras que habéis oído.
    13Ahora, rectificad vuestros caminos y vuestras obras, y escuchad la voz del Señor, vuestro Dios, y el Señor se arrepentirá del mal que ha dicho contra vosotros.
    14En cuanto a mí, en vuestras manos me tenéis: haced de mí lo que parezca bueno y recto a vuestros ojos.
    15Sin embargo, habéis de saber que, si vosotros me dais muerte, echaréis sangre inocente sobre vosotros mismos, sobre esta ciudad y sobre sus habitantes, porque en verdad el Señor me envió a vosotros para decir en vuestros oídos todas estas palabras.
    16Entonces, los nobles y el pueblo entero dijeron a los sacerdotes y a los profetas:
    —Este hombre no merece sentencia de muerte, porque nos ha hablado en Nombre del Señor, nuestro Dios.
    24Pero la mano de Ajicam, hijo de Safán, estuvo a favor de Jeremías, para que no fuese entregado en manos del pueblo y le dieran muerte.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 69:15-16, 30-31, 33-34

    15Sácame del fango, no dejes que me hunda,
    líbrame de los que me odian, y de las profundidades del agua.
    16Que no me sumerja la corriente de las aguas,
    que no me trague el abismo, que el pozo no cierre tras de mí su boca.
    30Yo soy un pobre y afligido,
    que tu salvación, Dios mío, me proteja.
    31Ensalzaré el Nombre de Dios con un cántico,
    y proclamaré su grandeza con la acción de gracias,
    33Que lo vean los pobres y se alegren.
    Los que buscáis a Dios, reanimad vuestro corazón.
    34Porque el Señor escucha a los necesitados,
    no desdeña a sus cautivos.

  • Evangelio

    Mateo 14:1-12

    1En aquel entonces oyó el tetrarca Herodes la fama de Jesús,
    2y les dijo a sus cortesanos:
    —Éste es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él esos poderes.
    3Herodes, en efecto, había apresado a Juan, lo había encadenado y lo había metido en la cárcel a causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo,
    4porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla».
    5Y aunque quería matarlo, tenía miedo del pueblo porque lo consideraban un profeta.
    6El día del cumpleaños de Herodes salió a bailar la hija de Herodías y le gustó tanto a Herodes,
    7que juró darle cualquier cosa que pidiese.
    8Ella, instigada por su madre, dijo:
    —Dame aquí, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.
    9El rey se entristeció, pero por el juramento y por los comensales ordenó dársela.
    10Y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
    11Trajeron su cabeza en una bandeja y se la dieron a la muchacha, que la entregó a su madre.
    12Acudieron luego sus discípulos, tomaron el cuerpo muerto, lo enterraron y fueron a dar la noticia a Jesús.

  • Primera Lectura

    Romanos 8:1-4

    1Así pues, no hay ya ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús.
    2Porque la ley del Espíritu de la vida que está en Cristo Jesús te ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.
    3Pues lo que era imposible para la Ley, al estar debilitada a causa de la carne, lo hizo Dios enviando a su propio Hijo en una carne semejante a la carne pecadora; y por causa del pecado, condenó al pecado en la carne,
    4para que la justicia de la Ley se cumpliese en nosotros, que no caminamos según la carne sino según el Espíritu.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 119:9-14

    9(Bet) ¿Cómo podrá un joven mantener limpio su sendero?
    Guardando tus palabras.
    10Con todo el corazón te busco;
    no permitas que me desvíe de tus mandamientos.
    11En mi corazón he guardado tus palabras
    para no pecar contra ti.
    12Bendito eres, Señor,
    enséñame tus preceptos.
    13Con mis labios proclamo
    todas las normas de tu boca.
    14En el camino de tus preceptos me deleito
    más que en todas las riquezas.

  • Evangelio

    Mateo 5:13-19

    13»Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa ¿con qué se salará? No vale más que para tirarla fuera y que la pisotee la gente.
    14»Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en lo alto de un monte;
    15ni se enciende una luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero para que alumbre a todos los de la casa.
    16Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos.
    17»No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos sino a darles su plenitud.
    18En verdad os digo que mientras no pasen el cielo y la tierra, de la Ley no pasará ni la más pequeña letra o trazo hasta que todo se cumpla.
    19Así, el que quebrante uno solo de estos mandamientos, incluso de los más pequeños, y enseñe a los hombres a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. Por el contrario, el que los cumpla y enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.