Lecturas diarias:
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Primera Lectura
Isaías 58:6-11
6¿El ayuno que prefiero no es más bien
romper las cadenas de la iniquidad, soltar las ataduras del yugo, dejar libres a los oprimidos y quebrar todo yugo?7¿No es compartir tu pan con el hambriento,
e invitar a tu casa a los pobres sin asilo? Al que veas desnudo, cúbrelo y no te escondas de quien es carne tuya.8Entonces tu luz despuntará como la aurora,
y tu curación aparecerá al instante, tu justicia te precederá y la gloria del Señor cerrará tu marcha.9Entonces clamarás, y el Señor te responderá,
pedirás socorro, y Él te dirá: «Aquí estoy». Si apartas de en medio de ti el yugo, el señalar con el dedo, y la maledicencia,10y ofreces tu propio sustento al hambriento,
y sacias el alma afligida, entonces tu luz despuntará en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía.11El Señor te guiará de continuo,
saciará tu alma en las regiones áridas, dará fuerza a tus huesos, y serás como huerto regado, como manantial cuyas aguas no se agotan. -
Salmo Responsorial
Salmo 107:2-9
2Que lo digan los redimidos del Señor,
los que ha redimido de la mano del adversario,3y ha congregado de los países
del Oriente y del Occidente, del Septentrión y del Mar.4Vagaron errantes por el desierto, por la estepa,
sin encontrar el camino de una ciudad donde habitar.5Hambrientos y sedientos,
desfallecían sus almas.6En su angustia clamaron al Señor,
y los libró de sus tribulaciones.7Los condujo por camino recto,
hasta llegar a una ciudad donde habitar.8Den gracias al Señor por su misericordia,
por sus maravillas con los hijos de Adán.9Porque sació al alma sedienta,
y a la hambrienta la llenó de bienes. -
Evangelio
Mateo 25:31-46
31»Cuando venga el Hijo del Hombre en su gloria y acompañado de todos los ángeles, se sentará entonces en el trono de su gloria,32y serán reunidas ante él todas las gentes; y separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,33y pondrá las ovejas a su derecha, los cabritos en cambio a su izquierda.34Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo:35porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; era peregrino y me acogisteis;36estaba desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme».37Entonces le responderán los justos: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber?;38¿cuándo te vimos peregrino y te acogimos, o desnudo y te vestimos?,39o ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y vinimos a verte?»40Y el Rey, en respuesta, les dirá: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis».41Entonces dirá a los que estén a la izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles:42porque tuve hambre y no me disteis de comer; tuve sed y no me disteis de beber;43era peregrino y no me acogisteis; estaba desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis».44Entonces le replicarán también ellos: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, peregrino o desnudo, enfermo o en la cárcel y no te asistimos?»45Entonces les responderá: «En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también dejasteis de hacerlo conmigo.46Y éstos irán al suplicio eterno; los justos, en cambio, a la vida eterna».
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Primera Lectura
Génesis 22:1-19
1Después de estos sucesos, Dios puso a prueba a Abrahán. Y le llamó:
—¡Abrahán! Éste respondió: —Aquí estoy.2Entonces le dijo:
—Toma a tu hijo, a tu único hijo, al que tú amas, a Isaac, y vete a la región de Moria. Allí lo ofrecerás en sacrificio, sobre un monte que yo te indicaré.3Muy de mañana Abrahán se levantó, aparejó su asno, se llevó consigo a dos siervos y a su hijo Isaac, cortó la leña del sacrificio, se puso en camino y se dirigió al lugar que le había dicho Dios.4Al tercer día, Abrahán alzó la vista y divisó el lugar a lo lejos.5Entonces dijo Abrahán a sus siervos:
—Quedaos aquí con el asno mientras el muchacho y yo vamos hasta allí para adorar a Dios; luego volveremos con vosotros.6Tomó Abrahán la leña del sacrificio y se la cargó a su hijo Isaac, mientras él llevaba en la mano el fuego y el cuchillo; y se pusieron en marcha los dos juntos.7Isaac dijo a su padre Abrahán:
—¡Padre! Él respondió: —Sí, hijo mío. Y el muchacho preguntó: —Aquí está el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el sacrificio?8Respondió Abrahán:
—Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío. Caminando juntos9llegaron al lugar que Dios le había dicho; construyó allí Abrahán el altar y colocó la leña; luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar encima de la leña.10Abrahán alargó la mano y empuñó el cuchillo para inmolar a su hijo.11Pero entonces el ángel del Señor le llamó desde el cielo:
—¡Abrahán, Abrahán! Él contestó: —Aquí estoy.12Y Dios le dijo:
—No extiendas tu mano hacia el muchacho ni le hagas nada, pues ahora he comprobado que temes a Dios y no me has negado a tu hijo, a tu único hijo.13Abrahán levantó la vista y vio detrás un carnero enredado en la maleza por los cuernos. Fue Abrahán, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en vez de su hijo.14Abrahán llamó a aquel lugar «El Señor provee», tal como se dice hoy: «en la montaña del Señor provee».15El ángel del Señor llamó por segunda vez a Abrahán desde el cielo16y le dijo:
—Juro por mí mismo, oráculo del Señor, que por haber hecho una cosa así, y no haberme negado a tu hijo, a tu único hijo,17te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena de las playas; y tu descendencia se adueñará de las ciudades de sus enemigos.18En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra porque has obedecido mi voz.19Abrahán volvió al lado de sus criados; emprendieron la marcha y fueron todos juntos a Berseba; y Abrahán residió en Berseba. -
Salmo Responsorial
Salmo 115:1-6, 8-9
1No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu Nombre da la gloria, por tu misericordia, por tu fidelidad.2¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»?3Nuestro Dios está en los cielos.
Cuanto le agrada, lo hace.4Los ídolos de las naciones son plata y oro,
hechura de manos humanas.5Tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven;6tienen oídos y no oyen,
tienen nariz y no huelen;8Sean como ellos quienes los hacen,
todos los que en ellos confían.9Casa de Israel, confía en el Señor:
Él es su auxilio y su escudo. -
Evangelio
Mateo 9:1-8
1Subió a una barca, cruzó de nuevo el mar y llegó a su ciudad.2Entonces, le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico:
—Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados.3Entonces algunos escribas dijeron para sus adentros: «Éste blasfema».4Conociendo Jesús sus pensamientos, dijo:
—¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?5¿Qué es más fácil, decir: «Tus pecados te son perdonados», o decir: «Levántate, y anda»?6Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados —se dirigió entonces al paralítico—, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.7Él se levantó y se fue a su casa.8Al ver esto, la gente se atemorizó y glorificó a Dios por haber dado tal potestad a los hombres.

