Santa Catalina de Siena, Virgen, Doctora de la Iglesia (Memoria)

abril 29, 2019

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Hechos 4:23-31

    23Puestos en libertad, vinieron a los suyos y les contaron lo que los príncipes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho.
    24Ellos, al oírlo, elevaron unánimes la voz a Dios y dijeron:
    —Señor, Tú eres el que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos,
    25el que por el Espíritu Santo, por boca de nuestro padre David tu siervo, dijiste:
    ¿Por qué se han amotinado las naciones, y los pueblos han tramado empresas vanas?
    26Se han alzado los reyes de la tierra,
    y los príncipes se han aliado contra el Señor y contra su Cristo.
    27»Pues bien, en esta ciudad, Herodes y Poncio Pilato, con las naciones y los pueblos de Israel, se aliaron contra tu santo Hijo Jesús, al que ungiste,
    28para llevar a cabo cuanto tu mano y tu designio habían previsto que ocurriera.
    29Ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus servidores que puedan proclamar tu palabra con libertad;
    30y extiende la mano para que se realicen curaciones, milagros y prodigios por el nombre de tu santo Hijo Jesús.
    31Cuando terminaron su oración, tembló el lugar en el que estaban reunidos y todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios con libertad.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 2:1-9

    1¿Por qué se sublevan las naciones
    y traman los pueblos vanos proyectos?
    2Se alzan los reyes de la tierra,
    y los príncipes se confabulan contra el Señor y contra su Ungido:
    3«¡Rompamos sus cadenas,
    arrojemos de nosotros su yugo!».
    4El que está sentado en los cielos se ríe,
    se burla de ellos el Señor.
    5Les habla en su ira,
    con su cólera los aterra:
    6«Yo mismo he ungido a mi Rey
    en Sión, mi monte santo».
    7Proclamaré el decreto del Señor.
    Él me ha dicho: «Tú eres mi hijo. Yo te he engendrado hoy.
    8Pídeme y te daré en herencia las naciones,
    los confines de la tierra en propiedad.
    9Los quebrantarás con barra de hierro;
    los romperás como vaso de alfarero».

  • Evangelio

    Juan 3:1-8

    1Había entre los fariseos un hombre que se llamaba Nicodemo, judío influyente.
    2Éste vino a él de noche y le dijo:
    —Rabbí, sabemos que has venido de parte de Dios como Maestro, pues nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él.
    3Contestó Jesús y le dijo:
    —En verdad, en verdad te digo que si uno no nace de lo alto no puede ver el Reino de Dios.
    4Nicodemo le respondió:
    —¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Acaso puede entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?
    5Jesús contestó:
    —En verdad, en verdad te digo que si uno no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.
    6Lo nacido de la carne, carne es; y lo nacido del Espíritu, espíritu es.
    7No te sorprendas de que te haya dicho que debéis nacer de nuevo.
    8El viento sopla donde quiere y oyes su voz pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.

  • Primera Lectura

    1 Juan 1:5--2:2

    1
    5Éste es el mensaje que le hemos oído y que os anunciamos: Dios es luz y no hay en Él tinieblas de ninguna clase.
    6Si decimos que estamos en comunión con Él y sin embargo caminamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad.
    7En cambio, si caminamos en la luz, del mismo modo que Él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
    8Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
    9Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda iniquidad.
    10Si decimos que no hemos pecado, le hacemos mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
    2
    1Hijos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos un abogado ante el Padre: Jesucristo, el Justo.
    2Él es la víctima propiciatoria por nuestros pecados; y no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 103:1-4, 8-9, 13-14, 17-18

    1De David.
    Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su Nombre santo.
    2Bendice, alma mía, al Señor,
    no olvides ninguno de sus beneficios.
    3Él es quien perdona tus culpas,
    quien sana tus enfermedades.
    4Quien rescata tu vida de la fosa,
    quien te corona de misericordia y compasión.
    8El Señor es compasivo y misericordioso,
    lento a la ira y rico en misericordia.
    9No dura siempre su querella,
    ni guarda rencor perpetuamente.
    13Como se apiada un padre de sus hijos,
    así el Señor tiene piedad de los que le temen.
    14Pues Él conoce de qué estamos hechos,
    recuerda que somos polvo.
    17Pero la misericordia del Señor dura desde siempre
    y para siempre con los que le temen; y su justicia, con los hijos de los hijos,
    18con los que guardan su alianza
    y recuerdan sus mandatos y los cumplen.

  • Evangelio

    Mateo 11:25-30

    25En aquella ocasión Jesús declaró:
    —Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños.
    26Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
    27Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.
    28»Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré.
    29Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas:
    30porque mi yugo es suave y mi carga es ligera.