Sagrada Familia (Fiesta)

diciembre 30, 2018

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Eclesiástico 3:2-7, 12-14

    3El Señor glorifica al padre en los hijos,
    y establece la autoridad de la madre sobre la prole.
    4Quien honra al padre expía los pecados;
    5quien da gloria a la madre es como si juntara tesoros.
    6El que honra al padre recibirá alegría de sus hijos,
    y será escuchado en el día de su plegaria.
    7Quien honra al padre vivirá largos días;
    y quien obedece al Señor será el consuelo de su madre.
    8Quien teme al Señor honra a los padres,
    y como a señores servirá a los que le engendraron.
    14Hijo, socorre a tu padre en la vejez,
    y no le entristezcas durante su vida.
    15Aunque perdiese el juicio, sé indulgente con él,
    y no le desprecies cuando tú estés en pleno vigor; pues la piedad con el padre no será olvidada,
    16sino que te servirá de disculpa frente a tus pecados.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 128:1-5

    1Canto de las subidas.
    Dichoso el que teme al Señor y anda por sus caminos.
    2Del trabajo de tus manos comerás;
    serás dichoso, y te irá bien.
    3Tu mujer será como viña fecunda
    paredes adentro de tu casa. Tus hijos, como brotes de olivos, en torno a tu mesa.
    4Pues así es bendecido
    el hombre que teme al Señor.
    5Que el Señor te bendiga desde Sión.
    Que veas el bienestar de Jerusalén todos los días de tu vida.

  • Segunda Lectura

    Colosenses 3:12-21

    12Por tanto, como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de entrañas de misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia.
    13Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga queja contra otro; como el Señor os ha perdonado, hacedlo así también vosotros.
    14Sobre todo, revestíos con la caridad, que es el vínculo de la perfección.
    15Y que la paz de Cristo se adueñe de vuestros corazones: a ella habéis sido llamados en un solo cuerpo. Y sed agradecidos.
    16Que la palabra de Cristo habite en vosotros abundantemente. Enseñaos con la verdadera sabiduría, animaos unos a otros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando agradecidos a Dios en vuestros corazones.
    17Y todo cuanto hagáis de palabra o de obra, hacedlo todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
    18Mujeres: estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.
    19Maridos: amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas.
    20Hijos: obedeced en todo a vuestros padres, pues esto es agradable al Señor.
    21Padres: no os excedáis al reprender a vuestros hijos, no sea que se vuelvan pusilánimes.

    OR

    Colosenses 3:12-17

    12Por tanto, como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de entrañas de misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia.
    13Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga queja contra otro; como el Señor os ha perdonado, hacedlo así también vosotros.
    14Sobre todo, revestíos con la caridad, que es el vínculo de la perfección.
    15Y que la paz de Cristo se adueñe de vuestros corazones: a ella habéis sido llamados en un solo cuerpo. Y sed agradecidos.
    16Que la palabra de Cristo habite en vosotros abundantemente. Enseñaos con la verdadera sabiduría, animaos unos a otros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando agradecidos a Dios en vuestros corazones.
    17Y todo cuanto hagáis de palabra o de obra, hacedlo todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

  • Evangelio

    Lucas 2:22-40

    22Y cumplidos los días de su purificación según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor,
    23como está mandado en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor;
    24y para presentar como ofrenda un par de tórtolas o dos pichones, según lo mandado en la Ley del Señor.
    25Había por entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Este hombre, justo y temeroso de Dios, esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba en él.
    26Había recibido la revelación del Espíritu Santo de que no moriría antes de ver al Cristo del Señor.
    27Así, vino al Templo movido por el Espíritu. Y al entrar los padres con el niño Jesús, para cumplir lo que prescribía la Ley sobre él,
    28lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo:
    29—Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo
    irse en paz, según tu palabra:
    30porque mis ojos han visto
    tu salvación,
    31la que has preparado
    ante la faz de todos los pueblos:
    32luz para iluminar a los gentiles
    y gloria de tu pueblo Israel.
    33Su padre y su madre estaban admirados por las cosas que se decían de él.
    34Simeón los bendijo y le dijo a María, su madre:
    —Mira, éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel, y para signo de contradicción
    35—y a tu misma alma la traspasará una espada—, a fin de que se descubran los pensamientos de muchos corazones.
    36Vivía entonces una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era de edad muy avanzada, había vivido con su marido siete años de casada
    37y había permanecido viuda hasta los ochenta y cuatro años, sin apartarse del Templo, sirviendo con ayunos y oraciones noche y día.
    38Y llegando en aquel mismo momento, alababa a Dios y hablaba de él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
    39Cuando cumplieron todas las cosas mandadas en la Ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
    40El niño iba creciendo y fortaleciéndose lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en él.

    OR

    Lucas 2:22, 39-40

    22Y cumplidos los días de su purificación según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor,
    39Cuando cumplieron todas las cosas mandadas en la Ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
    40El niño iba creciendo y fortaleciéndose lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en él.

  • Primera Lectura

    1 Samuel 1:20-22, 24-28

    20y al cabo del tiempo Ana concibió y dio a luz un hijo al que puso por nombre Samuel, pues dijo: «Lo he pedido al Señor».
    21Volvió a subir Elcaná con toda su casa a ofrecer el sacrificio anual y a cumplir sus votos.
    22Pero Ana no subió pues le dijo a su marido:
    —Cuando el niño haya sido destetado, lo llevaré. Entonces será presentado ante el Señor y se quedará allí para siempre.
    24Entonces subió con él llevando consigo un novillo de tres años, un efah de flor de harina y un odre de vino; y entró con él en la casa del Señor en Siló. El niño era todavía muy pequeño.
    25Cuando inmolaron el novillo y presentaron al muchacho ante Elí,
    26Ana le dijo:
    —Perdona, señor; por tu vida, señor: yo soy aquella mujer que estuvo aquí en tu presencia implorando al Señor.
    27Por este niño rogué y el Señor me ha concedido lo que le pedí.
    28Ahora yo se lo devuelvo al Señor para que durante toda su vida esté entregado al Señor.
    Y adoraron allí al Señor.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 84:2-3, 5-6, 9-10

    2¡Qué amables son tus moradas,
    Señor de los ejércitos!
    3Mi alma añora, desfallece por los atrios del Señor;
    mi corazón y mi carne se alegran por el Dios vivo.
    5Dichosos los que habitan en tu Casa
    te alabarán por siempre.
    6Dichoso el hombre que tiene su auxilio en Ti,
    y en su corazón decide peregrinar.
    9¡Señor, Dios de los ejércitos, escucha mi plegaria,
    inclina el oído, oh Dios de Jacob!
    10¡Escudo nuestro, mira,
    oh Dios, fíjate en el rostro de tu ungido!

  • Segunda Lectura

    1 Juan 3:1-2, 21-24

    1Mirad qué amor tan grande nos ha mostrado el Padre: que nos llamemos hijos de Dios, ¡y lo somos! Por eso el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él.
    2Queridísimos: ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como es.
    21Queridísimos: si el corazón no nos acusa, tenemos plena confianza ante Dios
    22y recibiremos de Él cuanto pidamos, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que es grato a sus ojos.
    23Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, conforme al mandamiento que nos dio.
    24El que guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él; y por esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado.

  • Evangelio

    Lucas 2:41-52

    41Sus padres iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua.
    42Y cuando tuvo doce años, subieron a la fiesta, como era costumbre.
    43Pasados aquellos días, al regresar, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo advirtiesen sus padres.
    44Suponiendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino buscándolo entre los parientes y conocidos,
    45y al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén en su busca.
    46Y al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y preguntándoles.
    47Cuantos le oían quedaban admirados de su sabiduría y de sus respuestas.
    48Al verlo se maravillaron, y le dijo su madre:
    —Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo, angustiados, te buscábamos.
    49Y él les dijo:
    —¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre?
    50Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
    51Bajó con ellos, vino a Nazaret y les estaba sujeto. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.
    52Y Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres.