San Pascal Baylon, OFM, Religioso (Memoria)

mayo 17, 2017

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Hechos 15:1-6

    1Algunos que bajaron de Judea enseñaban a los hermanos:
    —Si no os circuncidáis según la costumbre mosaica no podéis salvaros.
    2Se produjo entonces una conmoción y controversia no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos. Decidieron que Pablo y Bernabé, con algunos otros, acudieran a los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, para tratar esta cuestión.
    3Así pues, ellos, enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaría, narrando detalladamente la conversión de los gentiles y causando gran alegría a todos los hermanos.
    4Cuando llegaron a Jerusalén fueron recibidos por la Iglesia, por los apóstoles y los presbíteros, y contaron lo que Dios había realizado por mediación de ellos.
    5Pero se levantaron algunos de la secta de los fariseos que habían creído y dijeron:
    —Es necesario circuncidarles y ordenar que cumplan la Ley de Moisés.
    6Los apóstoles y los presbíteros se reunieron para examinar esta cuestión.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 122:1-5

    1Canto de las subidas. De David.
    Qué alegría cuando me dijeron: «¡Vamos a la Casa del Señor!
    2Ya se han parado nuestros pies
    a tus puertas, Jerusalén».
    3Jerusalén, bien cimentada,
    ciudad sólida y unida.
    4Allí suben las tribus,
    las tribus del Señor. Es un precepto de Israel, para alabar el Nombre del Señor.
    5Pues allí está la sede de justicia,
    la sede de la casa de David.

  • Evangelio

    Juan 15:1-8

    1»Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador.
    2Todo sarmiento que en mí no da fruto lo corta, y todo el que da fruto lo poda para que dé más fruto.
    3Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado.
    4Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.
    5Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada.
    6Si alguno no permanece en mí es arrojado fuera, como los sarmientos, y se seca; luego los recogen, los arrojan al fuego y arden.
    7Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y se os concederá.
    8En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto y seáis discípulos míos.

  • Primera Lectura

    1 Corintios 1:26-31

    26Considerad, si no, hermanos, vuestra vocación; porque no hay entre vosotros muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles;
    27sino que Dios escogió la necedad del mundo para confundir a los sabios, y Dios eligió la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes;
    28escogió Dios a lo vil, a lo despreciable del mundo, a lo que no es nada, para destruir lo que es,
    29de manera que ningún mortal pueda gloriarse ante Dios.
    30De Él os viene que estéis en Cristo Jesús, a quien Dios lo hizo para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención,
    31para que, como está escrito: El que se gloría, que se gloríe en el Señor.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 34:2-7, 9-11

    2(Alef) Bendigo al Señor en todo tiempo;
    su alabanza está en mi boca de continuo.
    3(Bet) Mi alma se gloría en el Señor;
    que lo escuchen los humildes y se alegren.
    4(Guímel) Engrandeced conmigo al Señor;
    ensalcemos juntos su Nombre.
    5(Dálet) Busqué al Señor y me ha escuchado,
    me ha librado de todos mis temores.
    6(He) Miradle y brillaréis de gozo,
    vuestros rostros no se avergonzarán.
    7(Záin) Cuando el pobre invoca, el Señor le escucha,
    y lo salva de todas sus angustias.
    9(Tet) Gustad y ved qué bueno es el Señor,
    dichoso el hombre que se refugia en Él.
    10(Yod) Temed al Señor sus santos,
    que nada falta a los que le temen.
    11(Kaf) Los ricos se empobrecen y pasan hambre,
    pero los que buscan al Señor de nada carecen.

  • Evangelio

    Mateo 11:25-30

    25En aquella ocasión Jesús declaró:
    —Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños.
    26Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
    27Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.
    28»Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré.
    29Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas:
    30porque mi yugo es suave y mi carga es ligera.