San Damián de Veuster (de Molokai), Presbítero (Memoria Libre)

mayo 10, 2017

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Hechos 12:24--13:5

    12
    24La palabra de Dios crecía y se multiplicaba.
    25Bernabé y Saulo volvieron a Jerusalén una vez cumplido su ministerio, y se trajeron a Juan, llamado Marcos.
    13
    1En la iglesia de Antioquía había profetas y maestros: Bernabé y Simón, que era llamado el Negro, Lucio, el de Cirene, y Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo.
    2Mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, dijo el Espíritu Santo:
    —Separadme a Bernabé y a Saulo para la obra que les he destinado.
    3Y después de ayunar, orar e imponerles las manos, los despidieron.
    4Entonces ellos, enviados por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia, y de allí navegaron rumbo a Chipre.
    5Al llegar a Salamina se pusieron a predicar la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, y tenían a Juan como colaborador.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 67:2-3, 5-6, 8

    2Tenga Dios piedad de nosotros y nos bendiga,
    haga brillar su rostro sobre nosotros.
    3Para que se conozca en la tierra tu camino,
    tu salvación en todas las naciones.
    5Que se alegren y te aclamen las naciones,
    porque juzgas los pueblos con rectitud y diriges las naciones de la tierra.
    6¡Que te alaben los pueblos, oh Dios,
    que todos los pueblos te alaben!
    8Que Dios nos bendiga
    y que le teman todos los confines de la tierra. 

  • Evangelio

    Juan 12:44-50

    44Jesús clamó y dijo:
    —El que cree en mí, no cree en mí, sino en Aquel que me ha enviado;
    45y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado.
    46Yo soy la luz que ha venido al mundo para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas.
    47Y si alguien escucha mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.
    48Quien me desprecia y no recibe mis palabras tiene quien le juzgue: la palabra que he hablado, ésa le juzgará en el último día.
    49Porque yo no he hablado por mí mismo, sino que el Padre que me envió, Él me ha ordenado lo que tengo que decir y hablar.
    50Y sé que su mandato es vida eterna; por tanto, lo que yo hablo, según me lo ha dicho el Padre, así lo hablo.