Lecturas diarias:
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Primera Lectura
1 Corintios 3:18-23
18Nadie se engañe: si alguno de vosotros se tiene por sabio según el mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio.19Pues la sabiduría de este mundo es necedad delante de Dios. Porque está escrito:
Él atrapa a los sabios en su astucia.20Y en otro lugar:
El Señor conoce los pensamientos de los sabios, y sabe que son vanos.21Por tanto, que nadie se gloríe en los hombres; porque todas las cosas son vuestras:22ya sea Pablo o Apolo o Cefas; ya sea el mundo, la vida o la muerte; ya sea lo presente o lo futuro; todas las cosas son vuestras,23vosotros sois de Cristo, y Cristo de Dios. -
Salmo Responsorial
Salmo 24:1-6
1De David. Salmo.
Del Señor es la tierra y cuanto hay en ella, el orbe y los que lo habitan.2Él la cimentó sobre los mares
y la asentó sobre los ríos.3¿Quién podrá subir al monte del Señor?
¿Quién podrá estar en su lugar santo?4El de manos inocentes
y de corazón puro, el que no dirige su alma a la vanidad, ni jura en falso.5Él recibirá la bendición del Señor,
y la justificación de Dios, su Salvador.6Tal es la estirpe de quienes le buscan,
de los que buscan tu rostro, Dios de Jacob. -
Evangelio
Lucas 5:1-11
1Estaba Jesús junto al lago de Genesaret y la multitud se agolpaba a su alrededor para oír la palabra de Dios.2Y vio dos barcas que estaban a la orilla del lago; los pescadores habían bajado de ellas y estaban lavando las redes.3Entonces, subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que la apartase un poco de tierra. Y, sentado, enseñaba a la multitud desde la barca.4Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón:
—Guía mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca.5Simón le contestó:
—Maestro, hemos estado bregando durante toda la noche y no hemos pescado nada; pero sobre tu palabra echaré las redes.6Lo hicieron y recogieron gran cantidad de peces. Tantos, que las redes se rompían.7Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que vinieran y les ayudasen. Vinieron, y llenaron las dos barcas, de modo que casi se hundían.8Cuando lo vio Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús, diciendo:
—Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.9Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos estaban con él, por la gran cantidad de peces que habían pescado.10Lo mismo sucedía a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Entonces Jesús le dijo a Simón:
—No temas; desde ahora serán hombres los que pescarás.11Y ellos, sacando las barcas a tierra, dejadas todas las cosas, le siguieron.

