San Juan de Capistrano, OFM, Presbítero (Memoria)

octubre 23, 2015

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Romanos 7:18-25

    18Porque sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita el bien; pues querer el bien está a mi alcance, pero ponerlo por obra no.
    19Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.
    20Y si yo hago lo que no quiero, no soy yo quien lo realiza, sino el pecado que habita en mí.
    21Así pues, al querer yo hacer el bien encuentro esta ley: que el mal está en mí;
    22pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior,
    23pero veo otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi espíritu y me esclaviza bajo la ley del pecado que está en mis miembros.
    24¡Infeliz de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte…?
    25Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo Señor nuestro… Así pues, yo mismo sirvo con el espíritu a la ley de Dios, pero con la carne a la ley del pecado.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 119:66, 68, 76-77, 93-94

    66Enséñame el buen sentido y la inteligencia,
    pues creo en tus mandamientos.
    68Tú eres bueno y benigno:
    instrúyeme en tus decretos.
    76Que tu misericordia me consuele,
    según la promesa que hiciste a tu siervo.
    77Que me alcance tu compasión, y viviré,
    porque tu Ley es mi deleite.
    93Jamás olvidaré tus mandatos,
    pues con ellos me das la vida.
    94Yo soy tuyo: sálvame,
    que voy buscando tus mandatos.

  • Evangelio

    Lucas 12:54-59

    54Decía a las multitudes:
    —Cuando veis que sale una nube por el poniente, enseguida decís: «Va a llover», y así sucede.
    55Y cuando sopla el sur, decís: «Viene bochorno», y también sucede.
    56¡Hipócritas! Sabéis interpretar el aspecto del cielo y de la tierra: entonces, ¿cómo es que no sabéis interpretar este tiempo?
    57¿Por qué no sabéis descubrir por vosotros mismos lo que es justo?
    58»Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura ponerte de acuerdo con él en el camino, no sea que te obligue a ir al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel.
    59Te aseguro que no saldrás de allí hasta que pagues el último céntimo.

  • Primera Lectura

    2 Corintios 5:14-20

    14Porque el amor de Cristo nos urge, persuadidos de que si uno murió por todos, en consecuencia todos murieron.
    15Y murió por todos a fin de que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
    16De manera que desde ahora no conocemos a nadie según la carne; y si conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no le conocemos así.
    17Por tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva criatura: lo viejo pasó, ya ha llegado lo nuevo.
    18Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió con él por medio de Cristo y nos confirió el ministerio de la reconciliación.
    19Porque en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo, sin imputarle sus delitos, y puso en nosotros la palabra de reconciliación.
    20Somos, pues, embajadores en nombre de Cristo, como si Dios os exhortase por medio de nosotros. En nombre de Cristo os rogamos: reconciliaos con Dios.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 16:1-2, 5, 7-8, 11

    1Mictam. De David.
    Guárdame, Dios mío, que me refugio en Ti.
    2Yo digo al Señor:
    «Tú eres mi Señor. No tengo otro bien que Tú».
    5Señor, Tú eres el lote de mi heredad y de mi copa:
    Tú sostienes mi parte.
    7Yo bendigo al Señor, que me aconseja;
    hasta de noche mi corazón me instruye.
    8Pongo ante mí al Señor sin cesar;
    con Él a mi derecha, no vacilo.
    11Me enseñas la senda de la vida,
    saciedad de gozo en tu presencia, dicha perpetua a tu derecha. 

  • Evangelio

    Lucas 9:57-62

    57Mientras iban de camino, uno le dijo:
    —Te seguiré adonde vayas.
    58Jesús le dijo:
    —Las zorras tienen sus guaridas y los pájaros del cielo sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
    59A otro le dijo:
    —Sígueme. Pero éste contestó: —Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre.
    60—Deja a los muertos enterrar a sus muertos —le respondió Jesús—; tú vete a anunciar el Reino de Dios.
    61Y otro dijo:
    —Te seguiré, Señor, pero primero permíteme despedirme de los de mi casa.
    62Jesús le dijo:
    —Nadie que pone su mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.

  • Primera Lectura

    Sabiduría 10:10-14

    10Ella, al justo que huía de la ira de su hermano
    lo condujo por senderos rectos; le mostró el Reino de Dios y le concedió la ciencia de las cosas santas. Le dio éxito en las fatigas y llenó de fruto sus trabajos.
    11Le asistió frente a la codicia de los opresores
    y lo hizo rico.
    12Le defendió de sus enemigos
    y le mantuvo seguro de los que le acechaban. Le otorgó el premio tras el duro combate, para que supiera que la piedad es lo más fuerte de todo.
    13Ella no abandonó al justo vendido a precio,
    sino que le libró de caer en pecado;
    14bajó con él a la prisión
    y no le abandonó en las cadenas, hasta traerle el cetro real y el poder sobre los que le oprimían. Manifestó que quienes le acusaban eran unos mentirosos y le otorgó gloria eterna.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 34:8-9, 16-20, 23

    8(Het) El ángel del Señor se sitúa
    alrededor de los que le temen para librarlos.
    9(Tet) Gustad y ved qué bueno es el Señor,
    dichoso el hombre que se refugia en Él.
    16(Áin) Los ojos del Señor están pendientes de los justos,
    sus oídos, atentos a su clamor.
    17(Pe) El rostro del Señor está contra los malhechores
    para borrar de la tierra su memoria.
    18(Sade) Claman y el Señor los escucha,
    y los libra de todas sus angustias.
    19(Qof) El Señor está cerca de los contritos de corazón,
    y salva a los de espíritu abatido.
    20(Resh) Muchas son las aflicciones del justo,
    pero el Señor le libra de todas;
    23El Señor rescata el alma de sus siervos;
    cuantos en Él se refugian no serán condenados. 

  • Evangelio

    Lucas 9:1-6

    1Convocó a los doce y les dio poder y potestad sobre todos los demonios, y para curar enfermedades.
    2Los envió a predicar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos.
    3Y les dijo:
    —No llevéis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tengáis dos túnicas.
    4En cualquier casa que entréis, quedaos allí hasta que de allí os vayáis.
    5Y si nadie os acoge, al salir de aquella ciudad, sacudíos el polvo de los pies en testimonio contra ellos.
    6Se marcharon y pasaban por las aldeas evangelizando y curando por todas partes.