Santa Margarita María Alacoque, Virgen (Memoria Libre)

octubre 16, 2015

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Romanos 4:1-8

    1¿Qué diremos entonces que consiguió Abrahán, nuestro padre según la carne?
    2Porque si Abrahán fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no ante Dios.
    3Porque, ¿qué dice la Escritura? Creyó Abrahán a Dios, y se le contó como justicia.
    4Ahora bien, al que trabaja, el salario no se le cuenta como regalo sino como algo que se le debe;
    5en cambio, a quien no trabaja, pero cree en Aquel que justifica al impío, se le cuenta su fe como justicia.
    6En este sentido, David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye la justicia con independencia de las obras:
    7Bienaventurados aquellos a quienes
    se les han perdonado los delitos y a quienes se les han cubierto los pecados;
    8bienaventurado el hombre a quien el Señor
    no le tenga en cuenta su pecado.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 32:1-2, 5, 11

    1De David. Masquil.
    Dichoso el que es perdonado de la culpa, y le ha sido cubierto su pecado.
    2Dichoso el hombre a quien el Señor no le imputa delito
    y en cuyo espíritu no hay dolo.
    5Te declaré mi pecado, no te oculté mi delito.
    Dije: «Confesaré mis culpas al Señor». Y Tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
    11Alegraos, justos, y regocijaos en el Señor,
    exultad todos los rectos de corazón. 

  • Evangelio

    Lucas 12:1-7

    1En esto, habiéndose reunido una muchedumbre de miles de personas, hasta atropellarse unos a otros, comenzó a decir sobre todo a sus discípulos:
    —Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
    2Nada hay oculto que no sea descubierto, ni secreto que no llegue a saberse.
    3Porque cuanto hayáis dicho en la oscuridad será escuchado a la luz; cuanto hayáis hablado al oído bajo techo será pregonado sobre los terrados.
    4»A vosotros, amigos míos, os digo: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo y después de esto no pueden hacer nada más.
    5Os enseñaré a quién tenéis que temer: temed al que después de dar muerte tiene potestad para arrojar en el infierno. Sí, os digo: temed a éste.
    6¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno solo de ellos queda olvidado ante Dios.
    7Aún más, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No tengáis miedo: valéis más que muchos pajarillos.

  • Primera Lectura

    Efesios 3:14-19

    14Por este motivo, me pongo de rodillas ante el Padre,
    15de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
    16para que, conforme a las riquezas de su gloria, os conceda fortaleceros firmemente en el hombre interior mediante su Espíritu.
    17Que Cristo habite en vuestros corazones por la fe, para que, arraigados y fundamentados en la caridad,
    18podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad;
    19y conocer también el amor de Cristo, que supera todo conocimiento, para que os llenéis por completo de toda la plenitud de Dios.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 23:1-6

    1Salmo. De David.
    El Señor es mi pastor, nada me falta.
    2En verdes prados me hace reposar;
    hacia aguas tranquilas me guía;
    3reconforta mi alma,
    me conduce por sendas rectas por honor de su Nombre.
    4Aunque camine por valles oscuros,
    no temo ningún mal, porque Tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5Preparas una mesa para mí
    frente a mis adversarios. Unges con óleo mi cabeza, mi copa rebosa.
    6Tu bondad y misericordia me acompañan
    todos los días de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor por dilatados días. 

  • Evangelio

    Mateo 11:25-30

    25En aquella ocasión Jesús declaró:
    —Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños.
    26Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
    27Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.
    28»Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré.
    29Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas:
    30porque mi yugo es suave y mi carga es ligera.