Sábado Memoria de la Santísima Virgen María

octubre 3, 2015

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Baruc 4:5-12, 27-29

    5¡Ten ánimo, pueblo mío, memorial de Israel!
    6Habéis sido vendidos a las naciones,
    pero no para vuestra perdición, sino que habéis sido entregados a vuestros adversarios, porque provocasteis la ira de Dios,
    7porque enfurecisteis a vuestro creador
    al ofrecer sacrificios a los demonios, y no a Dios.
    8Os olvidasteis del que os amamantó, el Dios eterno,
    y entristecisteis a la que os crió, Jerusalén.
    9Pues ella vio la ira de Dios que os sobrevenía,
    y dijo: «Escuchad, ciudades vecinas de Sión, Dios me ha traído una gran pena;
    10pues he visto la cautividad de mis hijos y mis hijas,
    que el Eterno ha traído sobre ellos.
    11Yo los había criado con gozo,
    pero los despedí con llanto y duelo.
    12Que nadie se alegre por mi suerte,
    si soy viuda y abandonada de muchos. Estoy desolada por los pecados de mis hijos, porque se desviaron de la Ley de Dios;
    27Tened ánimo, hijos, clamad a Dios,
    porque el que os llevó fuera se acordará de vosotros.
    28En vez de intentar
    apartaros lejos de Dios, ahora, una vez convertidos, multiplicad por diez vuestros esfuerzos en buscarle;
    29porque el que os trajo desgracias
    os traerá la felicidad eterna junto con vuestra salvación».

  • Salmo Responsorial

    Salmo 69:33-37

    33Que lo vean los pobres y se alegren.
    Los que buscáis a Dios, reanimad vuestro corazón.
    34Porque el Señor escucha a los necesitados,
    no desdeña a sus cautivos.
    35Que lo alaben cielos y tierra,
    mares y cuanto en ellos se mueve.
    36Porque Dios salvará a Sión,
    reconstruirá las ciudades de Judá, y habitarán en ella y la poseerán.
    37La descendencia de sus siervos la heredará,
    y los que aman su Nombre morarán en ella. 

  • Evangelio

    Lucas 10:17-24

    17Volvieron los setenta y dos llenos de alegría diciendo:
    —Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.
    18Él les dijo:
    —Veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo.
    19Mirad, os he dado potestad para aplastar serpientes y escorpiones y sobre cualquier poder del enemigo, de manera que nada podrá haceros daño.
    20Pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos más bien de que vuestros nombres están escritos en el cielo.
    21En aquel mismo momento se llenó de gozo en el Espíritu Santo y dijo:
    —Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
    22Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre, ni quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.
    23Y volviéndose hacia los discípulos les dijo aparte:
    —Bienaventurados los ojos que ven lo que estáis viendo.
    24Pues os aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros estáis viendo y no lo vieron; y oír lo que estáis oyendo y no lo oyeron.