XXIII Domingo Ordinario

septiembre 6, 2015

Color: Verde

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Isaías 35:4-7

    4Decid a los pusilánimes:
    «¡Cobrad ánimo, no temáis! Aquí está vuestro Dios, llega la venganza, la retribución de Dios. Él vendrá y os salvará».
    5Entonces se abrirán los ojos de los ciegos
    y se destaparán los oídos de los sordos.
    6Entonces el cojo saltará como un ciervo,
    y la lengua del mudo gritará de júbilo, porque manarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa;
    7el páramo se trocará en estanque,
    y el secarral en manantiales de aguas; en las guaridas donde se refugiaban los chacales habrá cañaverales y juncales.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 146:7-10

    7que hace justicia a los oprimidos,
    da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos;
    8el Señor abre los ojos a los ciegos;
    el Señor endereza a los que se encorvan; el Señor ama a los justos.
    9El Señor guarda a los extranjeros,
    sustenta al huérfano y a la viuda, pero tuerce el camino de los impíos.
    10El Señor reina eternamente,
    tu Dios, Sión, de generación en generación. 

  • Segunda Lectura

    Santiago 2:1-5

    1Hermanos míos, no intentéis conciliar la fe en nuestro Señor Jesucristo, glorioso, con la acepción de personas.
    2Supongamos que entra en vuestra asamblea un hombre con anillo de oro y vestido espléndido, y entra también un pobre mal vestido.
    3Y os fijáis en el que lleva el vestido espléndido y le decís: «Tú, siéntate aquí, en buen sitio»; y, en cambio, al pobre le decís: «Tú, quédate ahí», o «siéntate en el suelo, a mis pies».
    4¿No estáis haciendo entonces distinciones entre vosotros y juzgando con criterios perversos?
    5Escuchad, hermanos míos queridísimos: ¿acaso no escogió Dios a los pobres según el mundo, para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que le aman?

  • Evangelio

    Marcos 7:31-37

    31De nuevo, salió de la región de Tiro y vino a través de Sidón hacia el mar de Galilea, cruzando el territorio de la Decápolis.
    32Le traen a uno que era sordo y que a duras penas podía hablar y le ruegan que le imponga la mano.
    33Y apartándolo de la muchedumbre, le metió los dedos en las orejas y le tocó con saliva la lengua;
    34y mirando al cielo, suspiró, y le dijo:
    —Effetha —que significa: «Ábrete».
    35Y se le abrieron los oídos, quedó suelta la atadura de su lengua y empezó a hablar correctamente.
    36Y les ordenó que no se lo dijeran a nadie. Pero cuanto más se lo mandaba, más lo proclamaban;
    37y estaban tan maravillados que decían:
    —Todo lo ha hecho bien, hace oír a los sordos y hablar a los mudos.