Feria

agosto 31, 2015

Color: Verde

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    1 Tesalonicenses 4:13-18

    13No queremos, hermanos, que ignoréis lo que se refiere a los que han muerto, para que no os entristezcáis como esos otros que no tienen esperanza.
    14Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual manera también Dios, por medio de Jesús, reunirá con Él a los que murieron.
    15Así pues, como palabra del Señor, os transmitimos lo siguiente: nosotros, los que vivamos, los que quedemos hasta la venida del Señor, no nos anticiparemos a los que hayan muerto;
    16porque, cuando la voz del arcángel y la trompeta de Dios den la señal, el Señor mismo descenderá del cielo, y resucitarán en primer lugar los que murieron en Cristo;
    17después, nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados a las nubes junto con ellos al encuentro del Señor en los aires, de modo que, en adelante estemos siempre con el Señor.
    18Por tanto, animaos mutuamente con estas palabras.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 96:1, 3-5, 11-13

    1Cantad al Señor un cántico nuevo,
    cantad al Señor, la tierra entera.
    3Proclamad su gloria a las naciones,
    sus maravillas a todos los pueblos.
    4Porque el Señor es grande y digno de alabanza.
    Temible más que todos los dioses.
    5Porque los dioses de los pueblos son ídolos vanos,
    en cambio, el Señor hizo los cielos.
    11Alégrense los cielos y exulte la tierra,
    brame el mar y cuanto lo llena;
    12que se gocen los campos y cuanto hay en ellos.
    Entonces exultarán todos los árboles del bosque
    13ante el Señor, que ya viene,
    que viene a juzgar la tierra: juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con rectitud. 

  • Evangelio

    Lucas 4:16-30

    16Llegó a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró en la sinagoga el sábado y se levantó para leer.
    17Entonces le entregaron el libro del profeta Isaías y, abriendo el libro, encontró el lugar donde estaba escrito:
    18El Espíritu del Señor está sobre mí,
    por lo cual me ha ungido para evangelizar a los pobres, me ha enviado para anunciar la redención a los cautivos y devolver la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos
    19y para promulgar el año de gracia del Señor.
    20Y enrollando el libro se lo devolvió al ministro y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él.
    21Y comenzó a decirles:
    —Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír.
    22Todos daban testimonio en favor de él y se maravillaban de las palabras de gracia que procedían de su boca, y decían:
    —¿No es éste el hijo de José?
    23Entonces les dijo:
    —Sin duda me aplicaréis aquel proverbio: «“Médico, cúrate a ti mismo”. Cuanto hemos oído que has hecho en Cafarnaún, hazlo también aquí en tu tierra».
    24Y añadió:
    —En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su tierra.
    25Os digo de verdad que muchas viudas había en Israel en tiempos de Elías, cuando durante tres años y seis meses se cerró el cielo y hubo gran hambre por toda la tierra;
    26y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón.
    27Muchos leprosos había también en Israel en tiempo del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue curado, más que Naamán el Sirio.
    28Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira
    29y se levantaron, le echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta la cima del monte sobre el que estaba edificada su ciudad para despeñarle.
    30Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó.