San Bonifacio, Obispo, Mártir (Memoria)

junio 5, 2015

Color: Rojo

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Tobías 11:5-17

    5Ana estaba sentada mirando el camino por el que había de regresar su hijo.
    6Se dio cuenta de que éste regresaba y dijo al padre:
    —Mira, se acercan tu hijo y el hombre que marchó con él.
    7Rafael dijo a Tobías antes de que éste se acercara a su padre:
    —Sé que sus ojos se abrirán de nuevo.
    8Colócale la hiel del pez en sus ojos; exprime el medicamento y desaparecerán las manchas blancas de sus ojos. Tu padre recobrará la vista y verá la luz.
    9Ana salió corriendo, se arrojó al cuello de su hijo y exclamó:
    —¡Hijo, te veo! ¡Ya puedo morir! Y se echó a llorar.
    10Tobit se levantó y dando tropiezos salió a la puerta del patio. Tobías corrió hacia él,
    11y con la hiel del pez en su mano, le sopló en los ojos, lo sostuvo y le dijo:
    —¡Ánimo, padre! Le aplicó el medicamento y apretó.
    12Con una y otra mano le quitó las manchas blancas de las comisuras de sus ojos.
    13Tobit se abalanzó sobre el cuello de su hijo
    14y con lágrimas exclamó:
    —Te veo, hijo, ¡luz de mis ojos! Y prosiguió: —¡Bendito sea Dios, bendito sea su gran nombre, benditos sean todos sus santos ángeles! ¡Protéjanos su gran nombre! ¡Benditos sean todos los ángeles por los siglos,
    15porque Tú me castigaste, y ahora veo a mi hijo Tobías!
    Tobías entró en casa alegre y bendiciendo a Dios con toda su voz. Relató Tobías a su padre que había sido favorecido en su viaje y que había recobrado el dinero y había recibido como esposa a Sara, la hija de Ragüel, que también venía y estaba ya cerca de las puertas de Nínive.
    16Entonces Tobit salió, feliz y bendiciendo a Dios, hasta la puerta de Nínive al encuentro de su nuera. Los ninivitas, al ver venir a Tobit y que caminaba con todo vigor y sin ser llevado de la mano por nadie, quedaron admirados.
    17Tobit proclamaba ante ellos que Dios había tenido misericordia de él y que le había hecho recobrar la vista. Tobit se acercó a Sara, la esposa de su hijo Tobías, y la bendijo con estas palabras:
    —¡Bienvenida seas, hija! ¡Bendito sea tu Dios que te ha traído hasta nosotros, hija! ¡Bendito sea tu padre, y bendito mi hijo Tobías, y también bendita tú, hija! Bienvenida a ésta tu casa con bendición y con gozo. ¡Entra, hija! Aquel día lo festejaron todos los judíos que vivían en Nínive.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 146:1-2, 6-10

    1¡Aleluya!
    Alaba, alma mía, al Señor.
    2Alabaré al Señor mientras viva;
    entonaré salmos a mi Dios mientras exista.
    6que hizo los cielos y la tierra,
    el mar y cuanto hay en él; que guarda fidelidad eternamente;
    7que hace justicia a los oprimidos,
    da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos;
    8el Señor abre los ojos a los ciegos;
    el Señor endereza a los que se encorvan; el Señor ama a los justos.
    9El Señor guarda a los extranjeros,
    sustenta al huérfano y a la viuda, pero tuerce el camino de los impíos.
    10El Señor reina eternamente,
    tu Dios, Sión, de generación en generación. 

  • Evangelio

    Marcos 12:35-37

    35Y tomando Jesús la palabra, decía enseñando en el Templo:
    —¿Cómo es que dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?
    36El mismo David, movido por el Espíritu Santo, ha dicho:
    Dijo el Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos bajo tus pies».
    37»El mismo David le llama «Señor». Entonces, ¿cómo va a ser hijo suyo?
    Y una inmensa muchedumbre le escuchaba con gusto.

  • Primera Lectura

    Hechos 26:19-23

    19»Así pues, rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial,
    20sino que primero a los de Damasco y Jerusalén, y luego por toda la región de Judea y a los gentiles, comencé a predicar que se arrepintieran y se convirtieran a Dios con obras dignas de penitencia.
    21Por este motivo intentaron matarme los judíos cuando me apresaron en el Templo.
    22Con la ayuda de Dios he permanecido hasta este día predicando a pequeños y grandes, sin enseñar otras cosas que las que los Profetas y Moisés dijeron que iban a suceder:
    23que el Cristo debía padecer y, después de ser el primero en resucitar de entre los muertos, iba a anunciar la luz al pueblo y a los gentiles.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 117:1-2

    1¡Aleluya!
    Alabad al Señor todas las naciones, aclamadlo todos los pueblos.
    2Porque firme es con nosotros su misericordia,
    la fidelidad del Señor permanece para siempre. 

  • Evangelio

    Juan 10:11-16

    11»Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas.
    12El asalariado, el que no es pastor y al que no le pertenecen las ovejas, ve venir el lobo, abandona las ovejas y huye —y el lobo las arrebata y las dispersa—,
    13porque es asalariado y no le importan las ovejas.
    14Yo soy el buen pastor, conozco las mías y las mías me conocen.
    15Como el Padre me conoce a mí, así yo conozco al Padre, y doy mi vida por las ovejas.
    16Tengo otras ovejas que no son de este redil, a ésas también es necesario que las traiga, y oirán mi voz y formarán un solo rebaño, con un solo pastor.