San Carlos Lwanga y Compañeros, Mártires (Memoria)

junio 3, 2015

Color: Rojo

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Tobías 3:1-11, 16-17

    1Yo me puse triste, supliqué con lágrimas y comencé a orar con pena:
    2—Tú eres justo, Señor, y justas son todas tus obras. Misericordia y verdad son todos tus caminos; y juzgas el universo.
    3Ahora, Señor, acuérdate de mí y mírame. No me castigues por mis pecados y negligencias, ni tampoco por los de mis padres, los que cometieron en tu presencia.
    4Yo también desobedecí tus mandamientos, y nos has entregado al saqueo, a la cautividad, a la muerte, a la burla, a la crítica y al escarnio entre todas las naciones en las que nos has dispersado.
    5Ahora tus muchos juicios resultan verdaderos al tratarme como merecen mis pecados y los de mis padres, porque no hemos cumplido tus preceptos ni hemos caminado con sinceridad en tu presencia.
    6Haz ahora conmigo lo que quieras y ordena que me sea retirado mi espíritu, de manera que yo desaparezca de la faz de la tierra y me convierta en polvo; porque prefiero la muerte antes que la vida, puesto que he oído reproches injustos y se ha apoderado de mí una enorme tristeza. Manda, Señor, que me libre de este sufrimiento y envíame al lugar eterno, pero no apartes de mí tu rostro, Señor, porque prefiero morir a ver tanto sufrimiento en mi vida y escuchar tales improperios.
    7Aquel mismo día sucedió que Sara, hija de Ragüel, el de Ecbatana de Media, escuchó injurias por parte de una criada de su padre,
    8porque había sido dada en matrimonio a siete maridos y Asmodeo, el perverso demonio, los había matado antes de que se hubieran unido a ella como se suele hacer con una esposa. La criada le dijo:
    —¡Eres tú la que matas a tus maridos! Has sido entregada a siete maridos, pero de ninguno de ellos has tomado nombre.
    9¿Por qué nos castigas por culpa de que hayan muerto tus maridos? ¡Vete tras ellos, y que no veamos nunca un hijo o una hija tuyos!
    10Aquel día su alma se entristeció y, llorando, subió al aposento de su padre con la intención de ahorcarse. Pero lo pensó de nuevo, y se dijo: «Puede que injurien a mi padre y le digan: “La única hija que has tenido, para ti muy querida, se ha ahorcado por los disgustos”. Entonces arrastraré la ancianidad de mi padre hasta el sepulcro a causa de la tristeza. Es preferible que no me ahorque, sino que suplique al Señor que me conceda la muerte; así, ya no volveré a escuchar injurias en mi vida».
    11En ese momento, extendió las manos ante la ventana y rezó de esta manera:
    —Bendito seas, Dios misericordioso, y bendito sea tu nombre por siempre. Que te bendigan todas tus obras por los siglos.
    16La oración de ambos fue escuchada en ese preciso momento delante de la gloria de Dios,
    17y fue enviado Rafael para curar a los dos: a Tobit, para quitarle las manchas blancas de sus ojos, y que viera con sus ojos la luz de Dios; y a Sara, la hija de Ragüel, para darla en matrimonio a Tobías, hijo de Tobit, y liberarla del perverso demonio Asmodeo, puesto que a Tobías le correspondía recibirla más que a todos los otros pretendientes. En ese mismo momento Tobit entró desde el patio a su casa, y Sara, la hija de Ragüel, bajó del piso superior.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 25:2-9

    2(Bet) Dios mío, en Ti confío.
    No quede yo avergonzado, no se alegren mis enemigos a mi costa.
    3(Guímel) Nadie que espera en Ti queda avergonzado;
    queden avergonzados los traidores sin motivo.
    4(Dálet) Muéstrame, Señor, tus caminos,
    enséñame tus sendas.
    5(He) Hazme caminar en tu fidelidad, instrúyeme,
    pues Tú eres mi Dios salvador, (Vav) y en Ti espero todo el día.
    6(Záin) Acuérdate, Señor, de tu misericordia
    y de tu amor, que son eternos.
    7(Het) No recuerdes los pecados y delitos de mi juventud.
    Acuérdate de mí según tu misericordia, por tu bondad, ¡Señor!
    8(Tet) El Señor es bueno y recto;
    por eso muestra el camino a los pecadores,
    9(Yod) guía a los mansos en la justicia,
    enseña su camino a los humildes.

  • Evangelio

    Marcos 12:18-27

    18Después se le acercan unos saduceos —que niegan la resurrección— y comenzaron a preguntarle:
    19—Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si muere el hermano de alguien y deja mujer pero no deja hijos, su hermano la tomará por mujer y dará descendencia a su hermano.
    20Eran siete hermanos. El primero tomó mujer y murió sin dejar descendencia.
    21Lo mismo el segundo: la tomó por mujer y murió sin dejar descendencia. De igual manera el tercero.
    22Los siete no dejaron descendencia. Después de todos murió también la mujer.
    23En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será esposa?, porque los siete la tuvieron por esposa.
    24Y Jesús les contestó:
    —¿No estáis equivocados precisamente por no entender las Escrituras ni el poder de Dios?
    25Cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio, sino que serán como los ángeles en el cielo.
    26Y sobre que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, cómo le habló Dios diciendo: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?
    27No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados.

  • Primera Lectura

    2 Macabeos 7:1-2, 9-14

    1Sucedió asimismo que siete hermanos, que habían sido detenidos con su madre, eran obligados por el rey a comer carne de cerdo prohibida, flagelándoles con látigos y vergajos.
    2Uno de ellos, haciendo de portavoz, habló así:
    —¿Qué quieres preguntarnos o saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que transgredir las leyes de nuestros padres.
    9Estando en el último suspiro dijo:
    —Tú, malvado, nos borras de la vida presente, pero el rey del mundo nos resucitará a una vida nueva y eterna a quienes hemos muerto por sus leyes.
    10Después de éste comenzó a ser torturado el tercero, y, cuando se lo mandaron, sacó inmediatamente la lengua y extendió voluntariamente las manos.
    11Y dijo con dignidad:
    —De Dios he recibido estos miembros, y, por sus leyes, los desprecio; pero espero obtenerlos nuevamente de Él.
    12De esta forma el rey mismo y los que le acompañaban quedaron admirados de la valentía del joven, como si no diera ninguna importancia a los tormentos.
    13Muerto éste, empezaron a torturar al cuarto aplicándole los mismos tormentos;
    14y cuando estaba en las últimas habló de este modo:
    —Es preferible morir a manos de los hombres con la esperanza que Dios da de ser resucitados de nuevo por Él; para ti, en cambio, no habrá resurrección a la vida.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 124:2-5, 7-8

    2si el Señor no hubiera estado a favor nuestro
    cuando los hombres se alzaron contra nosotros,
    3nos habrían tragado vivos
    en el ardor de su ira;
    4nos habrían arrastrado las aguas,
    el torrente nos habría sumergido;
    5nos habrían sumergido las aguas impetuosas.
    7Nuestra alma, como un pájaro,
    se escapó del lazo de los cazadores: el lazo se rompió y nosotros escapamos.
    8Nuestro auxilio es el Nombre del Señor,
    el que hizo cielo y tierra. 

  • Evangelio

    Mateo 5:1-12

    1Al ver Jesús a las multitudes, subió al monte; se sentó y se le acercaron sus discípulos;
    2y abriendo su boca les enseñaba diciendo:
    3—Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el Reino de los Cielos.
    4»Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados.
    5»Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra.
    6»Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque quedarán saciados.
    7»Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia.
    8»Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios.
    9»Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios.
    10»Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque suyo es el Reino de los Cielos.
    11»Bienaventurados cuando os injurien, os persigan y, mintiendo, digan contra vosotros todo tipo de maldad por mi causa.
    12Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas de antes de vosotros.