San Nicolás, Obispo (Memoria Libre)

diciembre 6, 2012

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Isaías 26:1-6

    1Aquel día se cantará este cántico en la tierra de Judá:
    «Tenemos una ciudad fortificada; ha levantado como defensa murallas y antemurales.
    2¡Abrid las puertas, que va a entrar una nación justa,
    que guarda la fidelidad!
    3Al de ánimo firme
    le guardas la paz, la paz, porque en ti está seguro.
    4Confiad siempre en el Señor,
    porque el Señor es la Roca eterna;
    5porque ha doblegado a los que habitan en las alturas,
    ha humillado la plaza inaccesible, la ha humillado hasta el suelo, la ha abatido hasta el polvo.
    6La pisotearán pies, pies de pobre,
    pisadas de desvalidos.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 118:1, 8-9, 19-21, 25-27

    1¡Aleluya!
    Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
    8Mejor es refugiarse en el Señor
    que confiar en el hombre.
    9Mejor es refugiarse en el Señor
    que confiar en los príncipes.
    19Abridme las puertas de la justicia:
    entraré por ellas y daré gracias al Señor.
    20Ésta es la puerta del Señor:
    los justos entrarán por ella.
    21Te doy gracias, porque me has escuchado,
    y has sido mi salvación.
    25¡Señor, dame la salvación!
    ¡Señor, dame prosperidad!
    26Bendito el que viene en Nombre del Señor.
    Os bendecimos desde la Casa del Señor.
    27El Señor es Dios, Él nos ilumina.
    Disponed ceremonia solemne con ramos frondosos hasta los ángulos del altar.

  • Evangelio

    Mateo 7:21, 24-27

    21»No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos.
    24»Por lo tanto, todo el que oye estas palabras mías y las pone en práctica, es como un hombre prudente que edificó su casa sobre roca;
    25y cayó la lluvia y llegaron las riadas y soplaron los vientos: irrumpieron contra aquella casa, pero no se cayó porque estaba cimentada sobre roca.
    26»Pero todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica es como un hombre necio que edificó su casa sobre arena;
    27y cayó la lluvia y llegaron las riadas y soplaron los vientos: se precipitaron contra aquella casa, y se derrumbó y fue tremenda su ruina.

  • Primera Lectura

    Isaías 6:1-8

    1El año de la muerte del rey Uzías vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado. El vuelo de su manto llenaba el Templo.
    2Unos serafines se mantenían por encima de Él. Cada uno tenía seis alas: con dos se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban.
    3Clamaban entre sí diciendo:
    —¡Santo, Santo, Santo es el Señor de los ejércitos! ¡Llena está toda la tierra de su gloria!
    4Retemblaron los soportes de los dinteles por el estruendo del clamor, mientras el Templo se llenaba de humo.
    5Entonces me dije:
    —¡Ay de mí, estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al Rey, al Señor de los ejércitos!
    6Entonces voló hacia mí uno de los serafines portando una brasa que había tomado del altar con unas tenazas,
    7tocó mi boca y dijo:
    —Mira: esto ha tocado tus labios, tu culpa ha sido quitada, y tu pecado, perdonado.
    8Entonces oí la voz del Señor, que decía:
    —¿A quién enviaré? ¿Quién irá de nuestra parte? Y respondí: —Aquí estoy. Envíame a mí.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 40:2, 4, 7-11

    2Esperaba confiadamente en el Señor;
    Él se inclinó a mí y escuchó mi clamor.
    4Ha puesto en mi boca un cántico nuevo,
    una alabanza a nuestro Dios. Muchos, al verlo, temerán y esperarán en el Señor.
    7No quisiste sacrificio ni ofrenda,
    pero me abriste el oído. No pediste holocausto ni sacrificio de expiación;
    8entonces dije: «Aquí estoy
    —como está escrito acerca de mí en el Libro—
    9para hacer tu voluntad, Dios mío».
    Ése es mi querer, pues llevo tu Ley dentro de mí.
    10He anunciado la justicia en la gran asamblea;
    no he cerrado mis labios, Señor, Tú lo sabes bien.
    11No he escondido tu justicia dentro de mi corazón;
    he proclamado tu fidelidad y tu salvación, no he ocultado tu bondad y tu lealtad a la gran asamblea.

  • Evangelio

    Lucas 10:1-9

    1Después de esto designó el Señor a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir.
    2Y les decía:
    —La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al señor de la mies que envíe obreros a su mies.
    3Id: mirad que yo os envío como corderos en medio de lobos.
    4No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias, y no saludéis a nadie por el camino.
    5En la casa en que entréis decid primero: «Paz a esta casa».
    6Y si allí hubiera algún hijo de la paz, descansará sobre él vuestra paz; de lo contrario, retornará a vosotros.
    7Permaneced en la misma casa comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el que trabaja merece su salario. No vayáis de casa en casa.
    8Y en la ciudad donde entréis y os reciban, comed lo que os pongan;
    9curad a los enfermos que haya en ella y decidles: «El Reino de Dios está cerca de vosotros».