Feria de Cuaresma

marzo 12, 2012

Color: morado

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    2 Reyes 5:1-15

    1Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era un hombre importante ante su señor, y muy respetado porque gracias a él el Señor había concedido la victoria a Siria. Este hombre, que era un valiente, padecía lepra.
    2Los sirios habían realizado una incursión, y habían traído a una muchacha jovencita de tierra de Israel, que había pasado al servicio de la mujer de Naamán.
    3Le dijo a su señora:
    —Ojalá mi señor estuviera ante el profeta que hay en Samaría. Seguro que él lo curaría de la lepra.
    4Naamán fue y se lo contó a su señor diciendo:
    —Esto y aquello ha dicho la muchacha procedente de Israel.
    5Contestó el rey de Siria:
    —Anda, vete; yo enviaré cartas al rey de Israel. Partió llevando consigo diez talentos de plata, seis mil siclos de oro y diez trajes.
    6Llevó también la carta al rey de Israel que decía: «Al presente, cuando te llegue esta carta, te envío a Naamán, mi siervo, para que lo cures de la lepra».
    7Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras diciendo:
    —¿Acaso soy Dios para hacer morir o vivir, que éste me envía un hombre a fin de que lo cure de la lepra? Poned atención y veréis que busca un motivo contra mí.
    8Eliseo, el hombre de Dios, al oír que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras, envió a decir al rey:
    —¿Por qué te rasgas las vestiduras? Que venga hasta mí y sabrá que hay un profeta en Israel.
    9Llegó Naamán con sus caballos y su carruaje y se detuvo en la puerta de la casa de Eliseo.
    10Eliseo le envió un mensajero a decirle:
    —Vete y lávate siete veces en el Jordán y tu carne volverá a quedar sana.
    11Naamán se irritó y se dispuso a marchar diciendo:
    —Yo me imaginaba que a buen seguro saldría hasta mí y de pie invocaría el nombre del Señor, su Dios; pondría su mano donde está la lepra y me curaría de ella.
    12¿Acaso no son los ríos de Damasco, el Amaná y el Parpar, mejores que todos los ríos de Israel, para lavarme en ellos y quedar limpio?
    Dio media vuelta y se marchó con rabia.
    13Pero se le acercaron sus siervos y le hablaron diciendo:
    —Padre, si el profeta te hubiera mandado algo difícil, ¿no lo habrías hecho? Cuánto más si te ha dicho: «Lávate y te quedarás limpio».
    14Bajó y se metió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios, y entonces su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.
    15Volvió con todo su acompañamiento adonde estaba el hombre de Dios, entró y se detuvo ante él diciendo:
    —Reconozco ciertamente que no hay otro Dios en toda la tierra sino el Dios de Israel. Ahora, por favor, recibe un regalo de tu siervo.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 42:2-3; 43:3-4

    42
    2Como ansía la cierva las corrientes de agua,
    así te ansía mi alma, Dios mío.
    3Mi alma está sedienta de Dios, del Dios vivo.
    ¿Cuándo podré ir a ver el rostro de Dios?
    43
    3Envía tu luz y tu verdad;
    que ellas me guíen y me conduzcan a tu monte santo, a tus moradas;
    4Y me acercaré al altar de Dios,
    al Dios de mi alegría y de mi gozo, y te alabaré con la cítara, ¡oh Dios, Dios mío!

  • Evangelio

    Lucas 4:24-30

    24Y añadió:
    —En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su tierra.
    25Os digo de verdad que muchas viudas había en Israel en tiempos de Elías, cuando durante tres años y seis meses se cerró el cielo y hubo gran hambre por toda la tierra;
    26y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón.
    27Muchos leprosos había también en Israel en tiempo del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue curado, más que Naamán el Sirio.
    28Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira
    29y se levantaron, le echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta la cima del monte sobre el que estaba edificada su ciudad para despeñarle.
    30Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó.