Juan Pablo II realizó gestos visibles de acercamiento

Juan Pablo II realizó gestos visibles de acercamiento

Si incontables son los documentos emanados por Juan Pablo II, directamente o a través de los organismos de la Curia, en favor de la unidad, no lo son menos los gestos de amor fraterno que realizó para facilitar el encuentro entre ambas iglesias, el conocimiento mutuo, el diálogo y la comprensión, buscando en todo caso lo que une, que siempre es más que lo que distancia o separa.

Sus encuentros con el Patriarca ecuménico fueron directos en muchos momentos y relativamente fluidos. Con el Patriarca Demetrios fueron siempre cordiales. Durante su patriarcado se obtuvieron los mayores logros.

Fue a su sucesor, el actual Patriarca Bartolomeus a quien Juan Pablo II encargó en 1994 la composición del Viacrucis que el Santo Padre presidió en el Coliseo Romano aquel año.

Comisión mixta de diálogo teológico

Entre las muchas iniciativas tomadas en estos años se encuentra la Comisión mixta para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en su conjunto.

Esta Comisión, cuya creación se acordó en la visita de Demetrios I a Pablo VI en 1975, no tuvo efectividad práctica alguna ya que nunca fueron nombrados los miembros de la misma.

En el viaje de Juan Pablo II al Fanar en noviembre de l979, se decidió actualizar el viejo compromiso: ambas partes nombraron a sus delegados antes de finalizar aquel año.

Hasta el presente se han reunido en diversas ocasiones. Como fruto de ese diálogo se han publicado varios documentos.
El primero en 1982, tras la reunión celebrada en Munich (Alemania). Lleva por título: El misterio de la Iglesia y de la Eucaristía a la luz del misterio de la Santísima Trinidad.

En 1987 se publicó luego de la reunión en Bari, Italia, el segundo documento titulado: Fe, Sacramentos y Unidad de la Iglesia.

Una nueva reunión plenaria celebrada en Valamo (Finlandia), en 1988, concluyó con la publicación del tercer documento, que trata de El Sacramento del Orden en la estructura sacramental de la Iglesia; en particular de la importancia de la Sucesión Apostólica para la santificación y la unidad del pueblo de Dios.

El cuarto documento, de carácter más disciplinar, fue elaborado en 1993, en Balamand (El Líbano). Intentaba solucionar el problema de los grecocatólicos. Se titula El uniatismo, método de unión del pasado y la búsqueda actual de plena comunión.
Esta reunión de Balamand, que tuvo lugar entre los días 17 y 24 de junio de 1993, dando origen al documento mencionado, iba a tener una muy pobre aceptación por la mayoría de los interesados, pese a que el Papa lo consideró «un nuevo paso» en el camino hacia la unidad.

Difíciles relaciones con el Patriarcado de Moscú

Las mayores dificultades, los mayores obstáculos, para el diálogo ecuménico han surgido de la Iglesia ortodoxa rusa, del Patriarcado de Moscú.

Evangelizada Rusia por misioneros enviados desde Constantinopla, e impuesto el cristianismo por el Príncipe Vladimiro ya muy adelantado el siglo X, el Obispo-Metropolita de Kiev quedó ligado a todos los efectos, al Patriarca Ecuménico de Constantinopla.

Ya mediado el siglo XV se constituyó en Iglesia autocéfala, desligándose de la obediencia al Patriarca Ecuménico al negarse éste a reconocer como Patriarca de Moscú al obispo Jonás de Riasau, elegido para el cargo por el Concilio Ortodoxo celebrado en dicha ciudad el año 1448.

Muy ligada siempre a los poderes civiles, ha pasado por momentos de postración y esplendor al compás de los dictados de quienes gobernaban Rusia, bien fuesen los zares del Imperio, bien los jefes comunistas de la URSS.

Durante siglos vivió de espaldas a la Iglesia Católica, ignorándola las más de las veces o considerándola otras como enemiga del pueblo ruso.

Cuando en 1946 Stalin eliminó por decreto a la Iglesia católica de rito oriental, establecida principalmente en Ucrania Occidental y Bielorrusia, no puso reparo en quedarse con los templos y edificios a aquella requisados, ni emitió protesta alguna ante el martirio o la deportación de cuantos no se avinieron a los deseos de Stalin.

Los primeros contactos llegaron con Juan XXIII que se esforzó ante el Patriarca Pimem para que éste aceptase la invitación cursada para la presencia de una Delegación del Patriarcado, como observadora, en el Concilio Vaticano II.

Tras el Concilio se constituyó una Comisión mixta que se ha reunido con cierta regularidad en un diálogo bilateral rico en experiencias, pero con pocos resultados positivos en el terreno práctico, propiciados, fundamentalmente, por la tesis del Patriarca Alexis II y sus consejeros que afirman, una y otra vez un supuesto proselitismo de la Iglesia católica contrario a la libertad religiosa.

Aun hay mucho camino por recorrer, sin embargo son también muchos los pasos e iniciativas dados por la Iglesia, como aquellos que Juan Pablo II realizó durante supontificado, como por ejemplo la entrega de la Basílica de S. Basilio situada en el centro de Roma para que pueda ser utilizada por la iglesia ortodoxa rusa; las visitas reiteradas de miembros del Consejo, presididas en no pocas ocasiones por su Presidente; las reiteradas explicaciones de la Santa Sede sobre su postura y finalidad en el nombramiento de obispos para los católicos dispersos por la antigua URRS; la Carta Apostólica Euntes in mundo con motivo del milenario del cristianismo en Rusia, etc.

Visita del Primado Ecuménico de Constantinopla a Juan Pablo II en el 2004

En junio de 2004 Juan Pablo II recibió en el Vaticano al Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, ante quien expresó "desdeño y dolor" por los daños causados por los católicos a los ortodoxos, entre ellos el saqueo de Constantinopla, y volvió a abogar por la unidad de todos los cristianos.

El Obispo de Roma también subrayó la necesidad de poner fin a los prejuicios y resentimientos entre las dos iglesias, para poder caminar juntos, libremente, hacia la unidad.

Juan Pablo II se reunió con Bartolomé I en el día en que la Iglesia Católica celebra la festividad de San Pedro y San Pablo y cuando se conmemoran los cuarenta años del abrazo entre el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I, en Jerusalén, en 1964.

Juan Pablo II dijo a Bartolomé I que está "verdaderamente contento de acogerle en el Vaticano y de poder pronunciar juntos la homilía y proclamar también juntos la profesión de fe en la misa solemne con la que esta tarde se conmemora la festividad de los apóstoles Pedro y Pablo”.

El Pontífice afirmó que el histórico abrazo entre Pablo VI y Atenágoras I en Jerusalén, "donde Jesús fue crucificado para redimir a la humanidad y mantenerla unida", ha sido providencial para la vida de la Iglesia, ya que abrió el camino hacia la unidad de los cristianos.

Pablo VI y Atenágoras I supieron superar prejuicios e incomprensiones seculares, subrayó Juan Pablo II en el discurso de bienvenida a Bartolomé I, en el que destacó que en estos 40 años se han dado pasos muy importantes hacia la reconciliación, como el inicio del diálogo teológico.

"En este camino han pesado los recuerdos de dolorosos casos de la historia. No podemos olvidar lo que ocurrió en abril del año 1204. Un ejército que partió para recuperar Tierra Santa a la cristiandad se dirigió hacia Constantinopla la tomó y la saqueó, derramando la sangre de los hermanos en la fe. `Como no compartir después de ocho siglos el desdeño y el dolor por lo ocurrido", dijo el Papa.

Ese ejército era de venecianos y Juan Pablo II subrayó que ya el Papa de la época, Inocencio III, condenó el hecho.
Los ortodoxos nunca han olvidado la toma de Constantinopla que era el bastión del cristianismo en Oriente.

Juan Pablo II, que pidió durante su histórico viaje a Atenas en el año 2001 perdón a los ortodoxos por los daños causados por los católicos, invocó al Señor "que purifique nuestra memoria de todos los prejuicios y resentimientos y nos conceda el proceder libremente por el camino de la unidad".

En aquélla ocasión, Juan Pablo II abogó para que se reanude el diálogo teológico entre católicos y ortodoxos e invocó de nuevo la reconciliación y la plena comunión entre los seguidores de Cristo.

Esta no es la primera vez que Juan Pablo II recibe a Bartolomé I en el Vaticano, donde ya estuvo en 1995. Hoy el Papa recordó esa visita, así como la que él hizo en 1979 a el Fanar, en Estambul (Turquía), el corazón del patriarcado de Constantinopla. También subrayó la del anterior patriarca, Dimitrios I, al Vaticano en 1987.

Tras la entrevista con Bartolomé I, Juan Pablo II rezó el Angelus ante varios miles de personas reunidas en la plaza de San Pedro, donde recordó que Roma en la época de Pedro y Pablo pasó de ser la capital de un imperio a albergar la Sede Apostólica, "que tiene la universal misión de difundir el Evangelio por el mundo".

Las relaciones entre el Vaticano y el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla son buenas. Todos los años la Santa Sede envía una delegación a Estambul con motivo de la festividad de San Andrés, el patrón de la iglesia ortodoxa, y el patriarcado envía a Roma otra delegación con motivo de la festividad de San Pedro y San Pablo.