El Papa Francisco recibió este lunes en audiencia a más de cinco mil religiosos y religiosas que se encuentran en Roma para la semana conclusiva del Año de la Vida Consagrada. Dejando de lado el discurso oficial, el Pontífice improvisó unas palabras para invitarlos a practicar la "proximidad" con los demás, les dio un consejo ante la crisis de vocaciones, y los exhortó a no convertirse en "terroristas" dentro de sus propias comunidades.
En el aula Pablo VI, el Santo Padre recordó a los consagrados y consagradas que su llamado no es "para alejarme de la gente y tener toda la comodidad", sino "para acercarme y comprender la vida de los cristianos y los no cristianos, los sufrimientos, los problemas", es decir, hacerse "próximos" con los demás, incluso si son de clausura, tal como hacía Santa Teresa del Niño Jesús, patrona de las misiones, que con su corazón ardiente era siempre cercana.
"Convertirse en consagrado no significa subir uno, dos, tres escalones en la sociedad", indicó el Papa. "La vida consagrada me debe llevar a la cercanía con la gente: cercanía física, espiritual", en especial con los religiosos ancianos, quienes son sus primeros prójimos.