"Es necesario un compromiso común en favor de los inmigrantes, los refugiados y los desplazados, que haga posible el darles una acogida digna". El Papa recordó el derecho de cada hombre a emigrar, pero también la importancia de que los inmigrantes se integren "en los tejidos sociales en los que se insertan, sin que éstos sientan amenazada su seguridad, su identidad cultural y sus propios equilibrios políticos y sociales".
"Los mismos inmigrantes no deben olvidar que tienen el deber de respetar las leyes, la cultura y las tradiciones de los países que los acogen", indicó.
El Obispo de Roma llamó a una mayor implicación de la comunidad internacional en la solución de la crisis migratoria, porque "el problema de la inmigración es un tema que no puede dejar indiferentes a algunos países mientras que otros sobrellevan, a menudo con un esfuerzo considerable y graves dificultades, el compromiso humanitario de hacer frente a una emergencia que no parece tener fin. Todos deberían sentirse constructores y corresponsables del bien común internacional".
En concreto, tuvo palabras de agradecimiento para Italia, Alemania, Grecia y Suecia por su generosa acogida de los refugiados, sin olvidar a otros países Europeos, o de Oriente Medio, como Líbano, Jordania y Turquía.