"El corazón de Dios, el corazón de Jesús se conmueve, y ve, ve aquella gente, y no puede permanecer indiferente. El amor es inquieto. El amor no tolera la indiferencia. El amor tiene compasión. Pero compasión significa poner el corazón en juego; significa misericordia. Jugar el corazón proprio por los otros: esto es el amor. El amor es poner el corazón en juego por los otros", afirmó.
El Santo Padre explicó que además Jesús enseñó muchas cosas a la gente y a los discípulos "con amor y compasión", y alertó sobre la indiferencia.
"A los discípulos no les interesaba la gente: les interesaba Jesús, porque lo querían. No eran malos: eran indiferentes. No sabían qué era amar. No sabían qué era la compasión. No sabían qué era la indiferencia. Han tenido que pecar, traicionar al Maestro, abandonar al Maestro, para entender el núcleo de la compasión y de la misericordia. Y Jesús, la respuesta es aguda: 'Ustedes mismos denles de comer'. Hazte cargo de ellos. Esta es la lucha entre la compasión de Jesús y la indiferencia, la indiferencia que se repite en la historia siempre, siempre… tanta gente que es buena, pero que no entiende las necesidades de los otros, no es capaz de la compasión. Es gente buena, quizá porque no ha entrado el amor de Dios en su corazón o no lo han dejado entrar", señaló el Papa.