De igual manera planteó ahondar en las causas que han originado estos lamentables y reprobables acontecimientos y que tienen su raíz de fondo en el olvido de la dignidad y derechos de cada persona.
"Con esta convicción, me permito recomendar a todos dos cosas: oración y trabajo. Pidamos a Dios el don de la paz y trabajemos por ella mediante actos concretos en favor del diálogo, la verdad, la justicia, la reconciliación y el respeto a la vida, dignidad y derechos de todos. Cada uno podemos y debemos poner nuestro granito de arena".
Mons. Rangel enfatizó que la violencia no es el camino para la justicia, sino que al contrario, aumenta la injusticia y el dolor y exhortó: "no demos cabida al desorden y a la anarquía ¡Unámonos como sociedad! En el Estado de Guerrero existe gente buena y positiva ¡Construyamos juntos la paz! Que Santa María de Guadalupe interceda por nosotros para que tengamos la sabiduría y valentía de asumir este compromiso".