Cristóbal murió a los 12 años a consecuencia de los golpes y quemaduras provocadas por su padre. Sus restos se enterraron en el antiguo convento de San Francisco, que en la actualidad es la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Tlaxcala.
Por su parte, Antonio y Juan nacieron en la localidad de Tizatlán, señorío de Tlaxcala. Al igual que Cristóbal, fueron educados por los franciscanos, aunque luego su formación la continuaron los dominicos.
Los niños trataron de erradicar la adoración de ídolos en su pueblo y en las aldeas de los alrededores. Sin embargo, pobladores de Cuautinchán, en Puebla, los golpearon en venganza hasta matarlos.
Cristóbal, Antonio y Juan fueron beatificados por San Juan Pablo II el 6 de mayo de 1990 en la Basílica de Guadalupe en Ciudad de México. Fueron canonizados con otros 33 beatos por el Papa Francisco en una ceremonia celebrada en el Vaticano el 15 de octubre de 2017.