“La Virgen vino, viene y vendrá a Zaragoza”, afirma Arzobispo en Fiesta del Pilar

“La Virgen vino, viene y vendrá a Zaragoza”, afirma Arzobispo en Fiesta del Pilar
Virgen del Pilar / Foto: Blanca Ruiz (ACI Prensa)

"La Virgen vino, viene y vendrá a Zaragoza", afirmó Mons. Vicente Jiménez, Arzobispo de Zaragoza (España), durante la Misa Solemne que presidió por la Fiesta de la Virgen del Pilar frente a miles de fieles, incluidos peregrinos venidos de otros países.

Como todos los años, miles de personas asistieron a la gran celebración de la Fiesta de la Virgen del Pilar en su Basílica de Zaragoza (España). La ofrenda floral comenzó a las 7:30am y está previsto que dure más de 12 horas ininterrumpidas, en las que miles y miles de personas, además de 684 asociaciones de 17 países, mostraron con unos ocho millones de flores e innumerables cantos el amor que tienen a la patrona de Aragón y de la Hispanidad.

Mons. Vicente Jiménez presidió la Misa Solemne desde el altar mayor de la Basílica al mediodía. Durante la homilía, el Prelado apuntó que "la Basílica del Pilar es hoy ascua de amor mariano: cuatro torres encendidas como llamas elevadas al cielo; fervor de amor y perfume de gratitud en la multitudinaria ofrenda de flores" y centró la predicación en explicar que "la Virgen vino, viene y vendrá a Zaragoza".

Según la tradición, la Virgen vino en carne mortal a Zaragoza, para animar a la evangelización al apóstol Santiago en el año 40 después de Cristo y "dejó un signo de su presencia, que es la sagrada columna o pilar, que hoy veneramos y sobre el que se levanta la pequeña y bendita imagen", afirmó.

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Los primeros cristianos levantaron a orillas del río Ebro una capilla en honor a la Virgen María que "con el correr de los siglos, se ha convertido hoy en una basílica grandiosa que acoge, como centro vivo y permanente de peregrinaciones, a innumerables fieles que, desde todas las partes del mundo, vienen a rezar a la Virgen y a venerar su Pilar".                                                                                                  

La Virgen del Pilar es patrona de Hispanoamérica, por lo que el Arzobispo de Zaragoza precisó que estas naciones "celebran la fiesta del descubrimiento de su continente el día 12 de octubre, es decir, el mismo día del Pilar" y explicó que en la santa capilla, donde se encuentra la venerada imagen de la Virgen, numerosos mantos y banderas "hacen guardia de honor a la Señora" y "testimonian la vinculación fraterna que Iberoamérica tiene, por el Pilar, con la patria española".

Según el hilo de la homilía, Mons. Jiménez, aseguró que la Virgen todavía "viene. Aquí y ahora, en este momento de nuestra historia llena a la vez de incertidumbres y de esperanzas. Viene y nos ofrece a su Hijo Jesús". "Viene para que nuestra Diócesis de Zaragoza sea una Iglesia misericordiosa, servidora y pobre", insistió y pidió, junto con el Papa Francisco, que las parroquias "sean comunidades samaritanas, verdaderos hospitales de campaña, capaces de salir a las periferias del dolor para sanar las heridas, curar y dar calor".

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Y por último aseguró que la Virgen "vendrá para ayudarnos a construir un mundo más justo, solidario y fraterno, más allá de los propios intereses personales, ideológicos y partidistas".

Recordando unas palabas de Santa Teresa de Jesús, "en tiempos recios, amigos fuertes de Dios"; el Arzobispo de Zaragoza animó a ser "capaces de dar testimonio auténtico de su fe" ya que "el momento actual de secularización que vivimos nos empuja a un anuncio renovado de la Buena Noticia de Jesús a nuestros vecinos, a todos aquellos que se sienten lejos de Dios y de la Iglesia, a los temerosos e indiferentes, a los desencantados y, también, a todos los que nos sentimos llamados, día tras día, a renovar nuestro encuentro personal y comunitario con Cristo".

Mons. Jiménez encomendó especialmente a la Virgen "la fidelidad y abnegación de los sacerdotes; la vocación de nuestros seminaristas; la gozosa entrega de las monjas en los claustros; el servicio de los miembros de vida consagrada, religiosos y religiosas, según sus carismas; las necesidades de nuestras familias; el dolor de nuestros enfermos; el compromiso temporal de los laicos que trabajan por el Reino de Cristo en estas tierras".

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