Mons. Mariano Fazio señaló que "Joaquín hizo de su vida un don sincero de sí". "Su lealtad y su profesionalidad eran vividas con un interior desprendimiento de sí mismo, con un deseo sincero y eficaz de servir a los demás".
"En las distintas etapas de su existencia –continuó– procuró acercar a Dios a sus innumerables amigos, pues era un hombre que quería y se hacía querer".
Mons. Mariano Fazio concluyó la homilía explicando que la vida de Joaquín Navarro-Valls "estaba basada en su intimidad con Jesús. Todos los días, hasta el último, dedicaba tiempo para dialogar con el Señor en su oración, recitaba el Rosario con gran afecto por su Madre la Virgen. Sobre todo, lo fortalecía la recepción diaria del sacramento de la Eucaristía. Esa era su verdadera fortaleza, no sus abundantes talentos naturales".
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