"Me imagino su timidez cuando vivía en Salvador, cuando escuchó a alguien llamarla 'El buen ángel de Bahía'. Pero lo hiciste: un ángel que pasó por las calles de esta ciudad, que dio la bienvenida a los enfermos y abandonados y que ayudó a muchos a descubrir el significado de la palabra 'dignidad'", dijo el Arzobispo en referencia a la primera santa brasileña.
En ese sentido, destacó la importancia que la religiosa dio a la vida de oración, quien dijo que iba a menudo "a la Iglesia a pedirle fuerzas a Dios, a menudo visito el Santísimo Sacramento en la capilla de nuestro hospital. El secreto es la oración. Si no hacemos de la vida una oración continua, es difícil soportar las dificultades".
Además, afirmó, "el segundo secreto de su fidelidad a Dios y a la Iglesia estaba en su amor por la Palabra de Dios".
El Prelado afirmó que el mundo necesita muchas personas como la hermana Dulce que trabajen por los más necesitados. "Si tenemos esta disposición y confianza en la Divina Providencia, descubriremos que al colocar a Dios en el centro de nuestras vidas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, el mundo mejorará y no atravesaremos esta tierra en vano", concluyó.