Cuenta la historia que la Virgen se le apareció en sueños a Don Bosco e insistentemente le pidió que cuidara a las mujeres, a quienes nuestra Señora llamó sus “hijas”.
Un día Don Bosco soñó que estaba en una plaza de Turín y vio a un grupo de niñas que jugaban alborotadas, cantaban, gritaban y parecían abandonadas.
Las pequeñas, al ver al Santo de los jóvenes, corrieron hacia él exclamando: “Encárguese también de nosotras”. Pero él intentó alejarse diciendo que no podía, que estaba sobrecargado con muchos niños y que otros se encargarían de ellas.
En eso, un grupo de mujeres jóvenes mayores que estaban apartadas de los juegos se le acercaron y con palabras más suplicantes le dijeron: “¡Como ve, estamos abandonadas!”. De pronto apareció una noble señora de rostro resplandeciente como el sol que con insistencia le repitió a Don Bosco: “Cuida de ellas, ¡son mis hijas!”.
De acuerdo al libro “El camino del instituto a lo largo de un siglo”, de Sor Giselda Capetti, hija de María Auxiliadora, desde ese entonces Don Bosco empezó a cambiar su postura sobre el apostolado femenino y con el paso del tiempo fue expresando la idea de fundar una comunidad religiosa de mujeres.
Más adelante conoce a la joven Santa María Mazzarello y sus amigas, quienes tenían una comunidad dedicada a ayudar a las niñas en Mornese, y les propone vivir un reglamento de vida.
Don Bosco obtiene la aceptación de los salesianos para fundar la rama femenina, y luego va a Roma para presentarle su proyecto al Beato Pío IX, quien le dice: “Su deseo parece ser de Dios”.
“Creo que esas hermanas deben tener como función principal la instrucción y educación de las pequeñas, tal como los Salesianos hacen con los pequeños. Dependan de usted y de sus sucesores”, puntualizó el Pontífice.
La comunidad femenina elige a Mazzarello como su primera superiora y el 5 de agosto de 1872, fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, las jóvenes profesan sus votos ante Don Bosco y surge el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora.
El santo quería que fueran auxilio de las pequeñas desvalidas y monumento vivo de gratitud a la Madre de Dios. Además, les hizo una promesa.
“Sois pobres y poco numerosas. Pero habréis de tener tantas alumnas que no sabréis dónde meterlas”, profetizó el padre y maestro de la juventud.
Esto se cumplió y hoy las Hijas de María Auxiliadora celebran 150 años de fundación con miles de obras en favor de las mujeres, niñas y jóvenes en los 5 continentes.
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