Cada vez que Sharif Said, policía y católico, sale a patrullar en su moto por los suburbios de la ciudad de Milwaukee, en Wisconsin (Estados Unidos), lleva su fe consigo, pues en su chaleco tiene prendida una medalla de San Miguel, el santo patrón de los agentes de policía, y en cuya parte posterior tiene la imagen de San Judas Tadeo, el patrón de la esperanza y de los casos imposibles.
La única cosa que mantiene en pie a Said para servir a su comunidad en medio del peligro es su fe. Así dijo al National Catholic Register, al señalar que cotidianamente debe enfrentarse a casos de abuso doméstico, drogas, pandillaje, entre otras cosas.
En ese sentido, explicó que, siendo católico, ser un policía es una vocación de servicio a la comunidad, donde los oficiales "se ponen el uniforme y luchan por algo". "Mucho de lo que
hacemos son trabajos corporales y espirituales de misericordia", como dar consejo a personas con hogares rotos, consolar a los afligidos por el crimen o enterrar a los muertos.