En medio de las protestas, Mons. Eduardo María Taussig publicó una carta el 30 de octubre, pidiendo a los fieles que "no concurran a estas convocatorias anónimas", pues "agravan la situación y pueden perjudicar más a los mismos seminaristas, que todos queremos cuidar".
El Prelado dijo que las manifestaciones "dañan ante todo al mismo Seminario. Los laicos que pegaron carteles injuriosos, que llevaron a sus niños y les permitieron golpear las ventanas y puertas, que lastiman la unidad de la Iglesia y escandalizan a sus miembros (y a los que no lo son y miran sorprendidos desde afuera), son vistos como 'frutos del Seminario'. Porque reflejan, al menos indirectamente, la formación recibida de parte de quienes también han egresado del Seminario. Las caravanas convocadas igualmente serán juzgadas así".
El 1 de noviembre, la Comisión de Pastoral Social de la Diócesis de San Rafael criticó duramente a los manifestantes. "Algunas personas, que dicen ser católicas y se hacen dueñas de la verdad revelada, cuestionan, no solo la Autoridad del Señor Obispo, si no la del mismo Papa, utilizando a niños y a personas de buen corazón y sinceras, para sus intereses de constituirse en los rectores de esa Santa Iglesia, que es la que nos debe cobijar a todos", indicó.
"La violencia que estas personas han mostrado con sus arteros actos, seguramente guiados por el mal espíritu, no dañarán la Barca que guían Pedro, y sus Pastores, por ello les rogamos humildemente, regresen al rebaño, que Dios los acogerá como al Hijo Prodigo. Serán bienvenidos, y nuestro buen Obispo Eduardo María, con su abierto corazón, los recibirá en la fiesta del perdón", añadió la comisión del Obispado de San Rafael.