La promesa hecha por la Virgen María a la Hermana Lucia, a los cuatro años de que ésta ingresara en el convento de las Hermanas Doroteas de Villar en Oporto –posteriormente fue enviada a Pontevedra (España)– es narrada por la misma Lucia, quien en sus memorias cuenta que “se me apareció Nuestra Señora con el Niño Jesús a su lado, en una nube de luz. La Virgen me puso su mano en el hombro, mientras en la otra sostenía su Corazón rodeado de espinas. Al mismo tiempo, el Niño Jesús dijo: "Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para sacárselas”.
Posteriormente, continua Lucia, la Virgen le dice: “Mira, hija mía, mi corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú al menos, procura consolarme y di que todos los que durante cinco meses seguidos en el primer sábado se confiesen, reciban la Sagrada comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando en los misterios del rosario con el fin de desagraviarme, les prometo asistir en la hora de su muerte con las gracias necesarias para su salvación".
En estos 80 años, el mensaje de la Casa-Santuario, ha ido tomando un carácter universal. El lugar ha sido visitado por más de 4 millones de personas de todo el mundo y la capilla ha sido visitada por 45 obispos de diversas diócesis.
