Y también pienso en los padres ante los problemas de los hijos, hijos con muchas enfermedades, los hijos enfermos, también con enfermedades permanentes. ¡Cuánto dolor allí! Padres que ven orientaciones sexuales diferentes en los hijos cómo gestionar esto y acompañar a los hijos y no esconderse en una actitud condenatoria. Padres que ven a los hijos que se van por una enfermedad y también, más triste, lo leemos todos los días en los periódicos, jóvenes que realizan acciones no ponderadas y terminan en accidente con el coche. Padres que ven a los hijos que no avanzan en la escuela… Muchos problemas de los padres, pensemos, cómo ayudarlos, y a estos padres les digo: 'no teman'. Sí, hay dolor, mucho, pero piensen al Señor, piensen cómo resolvió los problemas a José, pidan a José que los ayude, nunca condenen a un hijo.
A mí me da mucha ternura, me daba en Buenos Aires, cuando viajaba en el autobús y pasaba delante a la cárcel y había la fila de las personas que debían entrar a visitar a los prisioneros y estaban allí las mamás, me daba mucha ternura, esta madre ante el problema de un hijo que se ha equivocado y está encarcelado no lo deja solo, da la cara y lo acompaña, esta valentía, valentía de papá y de mamá que acompañan a los hijos siempre, siempre. Pidamos al Señor que conceda a todos esta valentía como dio a José.
Y rezar, rezar para que el Señor nos ayude en estos momentos. Pero la oración nunca es un gesto abstracto o intimista, -como quieren hacer estos movimientos espiritualistas, más agnósticos que cristianos, no, no es eso- la oración está siempre está indisolublemente unida a la caridad. Solo cuando unimos a la oración el amor -el amor por los hijos en el caso que he dicho ahora-, el amor por el prójimo logramos comprender los mensajes del Señor.
José rezaba, trabajaba y amaba. Tres cosas lindas para los padres: rezar, trabajar y amar. Y para esto José recibió siempre lo necesario para afrontar las pruebas de la vida. Encomendémonos a él y a su intercesión.