Porque cuando vemos esta sencillez de Jesús, también nosotros tiramos las armas de la soberbia, y vamos allí humildes a pedir salvación, perdón, a pedir luz para nuestra vida, para poder ir hacia adelante. No se olviden del trono de Jesús: el pesebre y la cruz, este es el trono de Jesús.
Otro aspecto que destaca en el belén es la pobreza -de verdad que hay pobreza allí, ¿eh?-, la pobreza entendida como renuncia a toda vanidad mundana. Cuando nosotros vemos el dinero que se gasta por la 'vanidad', mucho dinero por la 'vanidad mundana', tanto esfuerzo, tantas investigaciones por la vanidad y Jesús se hace ver con la humildad.
San Francisco de Sales escribe de nuevo: "¡Dios mío, cuántos santos afectos suscita en nuestros corazones este nacimiento! Pero, sobre todo, nos enseña la renuncia perfecta a todos los bienes, a toda la 'pompa' de este mundo. No lo sé, pero no encuentro ningún otro misterio en el que se mezclen tan dulcemente la ternura y la austeridad, el amor y el rigor, la dulzura y la dureza". Todo esto lo vemos en el pesebre.
Sí, tengamos cuidado de no caer en la caricatura mundana de la Navidad. Y esto es un problema, porque la Navidad es esto. Pero, hoy vemos que hay otra "navidad" entre comillas, que es la caricatura mundana de la Navidad, que reduce la Navidad a una fiesta consumista y cursi. Es necesario hacer fiesta ¿eh? Pero que esto no sea la Navidad, la Navidad es otra cosa.