Luego, ¿qué anunciar? Jesús dice: "Id proclamando que el Reino de los cielos está cerca" (v. 7). Esto es lo que hay que decir, en primer lugar y ante todo: Dios está cerca. Pero no os olvidéis nunca de esto, Dios siempre ha estado cercano del pueblo. Él mismo lo dijo al pueblo. Dijo así: "Mirad, ¿qué Dios está cerca de las Naciones como yo estoy cerca de vosotros?". La cercanía es una de las cosas más importantes de Dios. Son tres cosas importantes: cercanía, misericordia y ternura. No olvidar eso. ¿Quién es Dios?, el cercano, el tierno y el misericordioso. Esta es la realidad de Dios.
Nosotros, predicando, a menudo invitamos a la gente a hacer algo, y está bien; pero no nos olvidemos que el mensaje principal es que Él está cerca de nosotros. Cercanía, misericordia y ternura. De hecho, es más fácil exhortar a amarlo que dejarse amar por Él. Acoger el amor de Dios es más difícil, porque nosotros queremos estar siempre en el centro, protagonistas, estamos más inclinados a hacer que a dejarnos moldear, a hablar más que a escuchar. Pero, si en el primer lugar está lo que hacemos, los protagonistas seguiremos siendo nosotros. Sin embargo, el anuncio debe dar el primado a Dios, dar el primado a Dios. En primer lugar Dios, y dar a los otros la oportunidad de acogerlo, de darse cuenta que Él está cerca y yo, detrás.
Tercer punto: cómo anunciar. Es el aspecto sobre el cuál Jesús se explaya más; cómo anunciar, cuál es el método, cuál debe ser el lenguaje para anunciar. Esto es significativo: nos dice que la forma, el estilo es esencial en el testimonio. El testimonio no implica solamente la mente y decir cualquier cosa, conceptos, no. Implica todo, mente, corazón, manos, todo. Los tres lenguajes de la persona, el lenguaje del pensamiento, el lenguaje del afecto y el lenguaje de las obras. Los tres lenguajes. No se puede evangelizar solamente con la mente o solo con el corazón o las manos. Implica todo.
Y en el estilo, lo importante es el testimonio, como nos quiere Jesús. Dice así: "Yo os envío como como ovejas en medio de lobos" (v. 16). No nos pide saber afrontar a los lobos, es decir ser capaces de argumentar, contraatacar y defendernos. No, no. Nosotros pensaríamos así: nos volvemos relevantes, numerosos, prestigiosos y el mundo nos escuchará y nos respetará. No, os mando como ovejas, como corderos, esto es lo importante. Si tú no quieres ser oveja, el Señor no te defenderá de los lobos. Arréglatelas como puedas. Pero si tú eres oveja, estate seguro que el Señor te defenderá de los lobos. Es ser humildes.