18 de diciembre de 2025 Donar
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El Papa clama por la paz frente a la “espiral destructiva” de las armas autónomas y la escalada militar

El Papa muestra su cariño a un mujer en el Aula Pablo VI del Vaticano/ Crédito: Vatican Media

El Papa León XIV advierte contra la “espiral destructiva” que alimentan la carrera armamentística y el desarrollo de armas autónomas y reclama una paz “desarmada y desarmante” —que brota de la resurrección de Cristo— como única respuesta a los desafíos del mundo.

“La paz de Jesús resucitado es desarmada, porque desarmada fue su lucha, dentro de circunstancias históricas, políticas y sociales precisas”, escribe el Pontífice en su mensaje para la 59ª Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el 1 de enero de 2026 y cuyo contenido ha sido difundido este jueves por la Oficina de Prensa de la Santa Sede. 

El documento de cuatro páginas lleva por título La paz esté con todos ustedes: hacia una paz desarmada y desarmante, una expresión que remite directamente a las primeras palabras pronunciadas por León XIV tras su elección como Sucesor de Pedro, el pasado 18 de mayo, al asomarse a la logia del Palacio Apostólico para saludar por primera vez a los fieles.

En el texto, el Papa lamenta que, ante los desafíos globales, la respuesta predominante sea un “enorme esfuerzo económico para el rearme”. A este respecto, recuerda que en 2024 el gasto militar mundial aumentó un 9,4% respecto al año anterior, confirmando una “tendencia ininterrumpida” al alza que se prolonga desde hace una década. Según los datos citados, el gasto total alcanzó los 2.718 billones de dólares, equivalentes al 2,5% del producto interno bruto mundial.

Más allá de las cifras, el Pontífice alerta de las consecuencias culturales y educativas de esta lógica. Critica así que en escuelas y universidades no se preserve adecuadamente “una cultura de la memoria” que no olvide “a sus millones de víctimas”, y deplora que, en cambio, se difundan programas formativos basados en la “percepción de amenazas”, que transmiten una “noción meramente armada de defensa y de seguridad”.

“Radicalización” de los conflictos armados

El Santo Padre subraya además cómo el avance tecnológico y la incorporación de la inteligencia artificial en el ámbito militar han “radicalizado la tragedia” de los conflictos armados. Por ello, advierte del riesgo de un progresivo proceso de “desresponsabilización” de los líderes políticos y militares.

“Incluso se va delineando un proceso de desresponsabilización de los líderes políticos y militares, con motivo del creciente delegar a las máquinas decisiones que afectan la vida y la muerte de personas humanas”, escribe el Papa.

A su juicio, se trata de una “espiral destructiva sin precedentes” que erosiona el “humanismo jurídico y filosófico” sobre el que se sostiene y se protege cualquier civilización.

El Pontífice no elude la denuncia de “las enormes concentraciones de intereses económicos y financieros privados” que empujan a los Estados en esta dirección, pero subraya que esa denuncia resulta insuficiente si no va acompañada del “despertar de las conciencias y del pensamiento crítico” de toda la sociedad.

“Formas de blasfemia que opacan el Santo Nombre de Dios”

En su reflexión, incluye una advertencia explícita contra la instrumentalización religiosa de la violencia. El Papa constata que forma parte del panorama contemporáneo “arrastrar las palabras de la fe al combate político, bendecir el nacionalismo y justificar religiosamente la violencia y la lucha armada”. Frente a ello, exhorta a los creyentes a “desmentir activamente, sobre todo con la vida” porque estas “formas de blasfemia que opacan el Santo Nombre de Dios”.

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Por ello, subraya que, junto a la acción concreta por la paz, resulta cada vez más necesario cultivar “la oración, la espiritualidad, el diálogo ecuménico e interreligioso” como auténticas vías de paz y como lenguajes de encuentro entre tradiciones y culturas.

Por otro lado, el Santo Padre advierte del riesgo de concebir la paz como un “ideal lejano” y “desconectado de la experiencia concreta de las personas y de la vida política de las naciones”. 

Cuando la paz se presenta como algo inalcanzable, señala el Papa en el texto, “deja de resultar escandaloso que se la niegue o incluso que se recurra a la guerra en su nombre”.

Según el Pontífice, hay un riesgo real de que esta lógica termine filtrándose tanto en la vida privada como en la esfera pública, lo que alimenta que se perciba casi como “una culpa” no estar suficientemente preparados para la guerra, “para responder a las agresiones” incluso yendo “mucho más allá del principio de legítima defensa”.

“No es casual que los repetidos llamamientos a incrementar el gasto militar y las decisiones que esto conlleva sean presentados por muchos gobernantes con la justificación del peligro respecto a los otros”, lamenta León XIV.

En efecto, continúa, “la fuerza disuasiva del poder y, en particular, de la disuasión nuclear, encarnan la irracionalidad de una relación entre pueblos basada no en el derecho, la justicia y la confianza, sino en el miedo y en el dominio de la fuerza”.

Frente a este panorama, el Papa propone una comprensión distinta de la paz que “quiere habitar en nosotros” y tiene el “suave poder de iluminar y ensanchar la inteligencia, resiste a la violencia y la vence”.

“La paz tiene el aliento de lo eterno”

“La paz tiene el aliento de lo eterno; mientras al mal se le grita basta, a la paz se le susurra para siempre”, asegura.

La reflexión incluye una crítica cultural al mundo actual que llama “realistas a las narraciones carentes de esperanza, ciegas ante la belleza de los demás”, y que olvida que “la gracia de Dios que trabaja siempre en los corazones humanos, aunque estén heridos por el pecado”. 

En este sentido, el Papa recuerda que el camino propuesto por Jesús ya resultó desconcertante incluso para sus propios discípulos: “Los Evangelios no esconden que lo que desconcertó a los discípulos fue su respuesta no violenta; un camino al que todos, empezando por Pedro, se opusieron, pero en el cual el Maestro pidió que lo siguieran hasta el final. El camino de Jesús sigue siendo motivo de turbación y de temor”.

En todo caso, el Santo Padre reconoce el desaliento que experimentan “las personas de corazón dispuesto a la paz” a las que invade un sentimiento de “impotencia” ante el curso de los acontecimientos, “cada vez más incierto”.

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La Jornada Mundial de la Paz fue instituida por San Pablo VI, quien la propuso el 8 de diciembre de 1967, Solemnidad de la Inmaculada Concepción. Se celebró por primera vez el 1 de enero de 1968, coincidiendo con la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, y desde entonces se ha convertido en una cita anual para la reflexión de la Iglesia sobre los grandes desafíos de la convivencia humana.


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