El gobernador de Illinois, JB Pritzker, promulgó una ley que legaliza el suicidio asistido, una iniciativa a la que los líderes católicos se habían opuesto firmemente.
Pritzker, quien se reunió con el Papa León XIV el 19 de noviembre, citó la “libertad”, la “elección” y la “autonomía” como motivos para firmar la ley, que permite a los médicos recetar fármacos destinados a poner fin a la vida de pacientes con enfermedades terminales que los soliciten. Según la norma, los pacientes deben tener plena capacidad mental y un pronóstico de seis meses o menos de vida.
El Cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, junto con otros obispos de Illinois, había pedido a Pritzker que vetara el proyecto. La Conferencia Católica de Illinois, que representa a los obispos del estado, condenó la ley y la calificó como “un camino peligroso y desgarrador”.
Otras jurisdicciones que cuentan con leyes de suicidio asistido incluyen California, Colorado, Delaware, Hawái, Maine, Nueva Jersey, Nuevo México, Oregón, Vermont, Washington y el Distrito de Columbia. La ley de Illinois, afirmó Pritzker en un comunicado del 12 de diciembre, “permite que pacientes que enfrentan enfermedades terminales debilitantes puedan tomar una decisión, en consulta con un médico, que les ayude a evitar dolor y sufrimiento innecesarios al final de sus vidas”.
Pritzker dijo haberse sentido “profundamente impactado” por los testimonios de pacientes terminales y de sus familias que apoyaron la iniciativa.
“Me ha conmovido su determinación para defender la libertad y la elección al final de la vida, incluso en medio de un dolor personal profundo”, afirmó.