5 de diciembre de 2025 Donar
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El Papa llama a los libaneses a “enfrentarse a la intolerancia” en el primer encuentro interreligioso en el país

El Papa, en el diálogo interreligioso/ Crédito: Vatican Media

El Papa aterrizó el domingo en (Beirut) Líbano y pisó, en su primer viaje internacional, un país en guerra. Hace justo una semana Israel lanzó misiles en la capital libanesa y causó cinco muertos. Estos días se había cumplido un año del teórico alto el fuego con su vecino de la frontera sur, que en 2024 invadió parte de esta zona del país para desarmar a la milicia terrorista proiraní Hezbolá.

Este lunes, León XIV se reunió por primera vez con representantes de distintas confesiones cristianas y de otras religiones presentes en el país, ante quienes expresó que su convivencia pacífica es la prueba fehaciente de que “el miedo, la desconfianza y los prejuicios no tienen la última palabra, y que la unidad, la reconciliación y la paz son posibles”.

Su mensaje ha sido claro: “Cristianos, musulmanes, drusos y muchos otros pueden vivir juntos y construir un país unido por el respeto y el diálogo”.

El Líbano es el único Estado de Oriente Medio en el que el cristianismo sigue teniendo un gran peso social y político. Aunque la última cifra oficial data del censo de 1932 —que situaba a los cristianos en el 51,2 % de la población—, en 2025 se estima que representan aproximadamente un tercio del total de habitantes. 

Junto a los cristianos conviven distintas ramas del islam suní, chií y alauí, además de la comunidad drusa, que mantiene un estatuto propio no asimilado ni al islam ni al cristianismo. A todos ellos les ha pedido expresamente que hagan frente a la “intolerancia”, para iluminar el camino “hacia la justicia y la concordia para todos, a través del testimonio de su fe”.

“En un mundo cada vez más interconectado, ustedes están llamados a ser constructores de paz: a enfrentarse a la intolerancia, a superar la violencia y a desterrar la exclusión”, manifestó en inglés.

La Plaza de los Mártires, corazón de la capital libanesa

El encuentro ha tenido lugar en un escenario cargado de memoria histórica y simbólica: la Plaza de los Mártires, en el corazón de la capital libanesa. Aquí estalló la ira social de los libaneses en agosto del 2020 tras la catástrofe provocada por la explosión puerto de Beirut, que dejó más de 200 muertos. 

El escenario del encuentro. Crédito: AIGAV

Pero esta plaza también encarna la convivencia entre las distintas comunidades religiosas que conforman el Líbano contemporáneo. Tal y como expresó el Pontífice, aquí “se yerguen uno junto al otro minaretes y campanarios de iglesias, ambos elevándose hacia el cielo— da testimonio de la fe inquebrantable de esta tierra y de la firme devoción de su pueblo al único Dios”.

La cita, desarrollada en un espacio cubierto con un escenario redondo que tenía como eje central la imagen de un olivo, símbolo de paz y fraternidad, ha incluido discursos, sobre todo, en árabe y también momentos musicales animados por un coro femenino de la fundación Imam Sadr en Tiro, al sur del Líbano.

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.Además del Papa, que estaba sentado al lado del patriarca maronita, el Cardenal ​​Béchara Boutros al-Raï, tomaron la palabra varios líderes de distintas confesiones religiosas: Entre ellos, el Patriarca Siro Católico, el gran muftí del Líbano, el patriarca de Antioquía, el líder de la comunidad drusa o el representante de la comunidad evangélica en Siria y Líbano.

Elevar una sincera oración por el don divino de la paz

“Que en esta amada tierra, cada repique de campana, cada adhān, cada llamada a la oración se armonice en un único y grandioso himno, no sólo para glorificar al misericordioso Creador del cielo y de la tierra, sino también para elevar una sincera oración por el don divino de la paz”, exhortó el Papa León XIV.

En su alocución, el Santo Padre no ocultó la inquietud y desaliento con el que el mundo mira a esta zona plagada de conflictos tan “complejos” como “prolongados”. 

Sin embargo, aseguró que, en medio de estas luchas, se puede encontrar “esperanza y aliento cuando nos centramos en lo que nos une: nuestra humanidad común y nuestra creencia en un Dios de amor y misericordia”. 

Los líderes religiosos esperan al Papa. Crédito: AIGAV

La colaboración interreligiosa está enraizada “en el amor”

León XIV citó dos grandes documentos de la Iglesia Católica que subrayan precisamente el diálogo interreligioso. Por un lado, la declaración Nostra aetate, de la que se han cumplido 60 años y que enfatizó que la colaboración interreligiosa está enraizada “en el amor, único  fundamento para la paz, la justicia y la reconciliación”. 

Este diálogo, agregó, “inspirado por el amor divino, debe abrazar a todas las personas de buena voluntad, rechazar los prejuicios, la discriminación y la persecución, y afirmar la igual dignidad de todo ser humano”.

Los fundamentos teológicos del diálogo interreligioso interpelan a la fe

Por otro lado, también se hizo eco de la exhortación apostólica Ecclesia in Medio Oriente, firmada en Beirut en 2012, por el Papa Benedicto XVI en la que dejó claro que este diálogo “no obedece principalmente a consideraciones pragmáticas de orden político o social, sino se basa ante todo en los fundamentos teológicos que interpelan la fe”.

Durante su discurso, el Papa usó la imagen del olivo —un árbol importante para las tres grandes religiones monoteístas que incluso aparece como signo de reconciliación y paz en la Biblia, en la tradición islámica y en la literatura rabínica— como hilo conductor de su mensaje.

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Renovar la convivencia de los libaneses desde la raíz

Así, hizo un llamado a renovar la convivencia de los libaneses desde la raíz: como el olivo —dijo el Papa—, el país sólo podrá dar fruto si sus tradiciones religiosas hunden sus raíces “en la paz, la misericordia y la dignidad de cada persona”. Su aceite, aseguró, “también proporciona luz, recordándonos la llamada a iluminar nuestros corazones mediante la fe, la caridad y la humildad”.

Como hizo ayer ante las autoridades, el Pontífice habló también la diáspora libanesa, comparando sus raíces extendidas por el mundo con las de los cedros y los olivos que, aún lejos de su tronco, están unidos “por la fuerza perdurable y la herencia eterna de su patria”. Al final del encuentro, el Papa y los líderes religiosos plantaron juntos un olivo en señal de su compromiso con la paz.


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