5 de diciembre de 2025 Donar
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León XIV afirma en Turquía que ninguna religión puede justificar la guerra y el fundamentalismo

Encuentro ecuménico de oración en Iznik, antigua Nicea/ Crédito: Elias Turk/ EWTN News

El Papa León XIV ha hecho historia al convertirse en el primer Pontífice en visitar este viernes Iznik —la antigua Nicea—, lugar donde hace 1.700 años se celebró el primer concilio ecuménico de la Iglesia.

Aquel concilio, convocado en el año 325 por el emperador Constantino, reunió a unos 300 obispos de las provincias orientales del Imperio romano con el propósito de alcanzar, entre otros objetivos, un acuerdo sobre la naturaleza de Cristo.

Un enclave cargado de historia

El Santo Padre se despidió de Estambul y llegó poco antes de las 15.30 (hora local) a la antigua basílica de San Neófito en İznik, un lugar sagrado con un profundo valor espiritual: se trata del lugar exacto donde se celebró el histórico concilio. 

El templo original, construido en el año 380 en memoria de San Neófito —un joven mártir asesinado en el 303 durante las persecuciones de Diocleciano—, fue destruido por un terremoto en el 740 y quedó sumergido bajo las aguas del lago Iznik.

La antigua iglesia fue hallada a unos tres metros bajo el agua y a unos 50 metros de la orilla. En 2014 salieron a la luz las ruinas de esta antigua basílica de tres naves, que hoy pueden verse fácilmente desde la orilla.

El Papa y el Patriarca Ecuménico Bartolomé I fueron recibidos a su llegada por dos metropolitanos en la entrada del Centro de Visitantes, cerca de la antigua Basílica de San Neófito.

Los líderes avanzaron en procesión mientras resonaban oraciones propias de las mezquitas, hasta la plataforma situada junto a la zona arqueológica, donde se ubicaron en semicírculo ante iconos de Cristo y del Concilio, con el lago Iznik a sus espaldas.

Ruinas de la iglesia de San Neófito. Crédito: Elias Turk/EWTN News

La verdadera victoria es el signo invencible de la Cruz

Durante la ceremonia, el Papa León XIV, el Patriarca Ecuménico Bartolomé I y diversos líderes cristianos participaron en un acto conjunto de oración y reflexión sobre el legado espiritual de Nicea, subrayando la vocación de unidad de la Iglesia y el compromiso con el diálogo ecuménico.

Tras el canto inicial y un gesto simbólico, el Patriarca Bartolomé I ofreció unas palabras de bienvenida, seguidas de la lectura de una oración ecuménica y del Evangelio. 

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El patriarca ecuménico de Constantinopla manifestó su alegría por este acto en el que se conmemora el aniversario del primer concilio y destacó que no sólo se trata de recordar el pasado, sino renovar la fe que los Padres de Nicea proclamaron.


“Cuando el mundo caído piensa en la victoria, piensa en fuerza y dominación. Pero como cristianos, se nos ordena pensar de manera diferente”, subrayó el líder de los cristianos ortodoxos. En este contexto, afirmó que la verdadera victoria “es el signo invencible de la Cruz” e invitó a los creyentes a caminar con esperanza y a buscar la unidad.  

El uso de la religión para justificar la guerra debe ser rechazado con firmeza

Luego, el Papa León XIV pronunció su discurso en inglés, en el que destacó que el aniversario del Concilio de Nicea constituye una ocasión privilegiada “para preguntarnos quién es Jesucristo” en la vida de cada persona.

El Pontífice alertó sobre el riesgo de reducir a Cristo a un simple líder carismático o a un “superhombre”, una distorsión que, afirmó, conduce “a la tristeza y a la confusión”. Del mismo modo que en el siglo IV, añadió, hoy también está en juego la fe en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre.

La confesión cristológica, señaló, es “de fundamental importancia” en el camino hacia la plena comunión entre los cristianos, pues constituye un patrimonio compartido por todas las Iglesias y comunidades cristianas del mundo. La afirmación del Credo Niceno es para el Papa “un vínculo profundo que ya une a todos los cristianos”.

Por ello, exhortó a “superar el escándalo de las divisiones que aún perduran”. “Cuanto más reconciliados estemos —afirmó—, tanto más podremos los cristianos dar un testimonio creíble del Evangelio de Jesucristo, que es anuncio de esperanza para todos, mensaje de paz y de fraternidad universal que trasciende las fronteras de nuestras comunidades y naciones”.

“La reconciliación es hoy un llamamiento que surge de toda la humanidad afligida por los  conflictos y la violencia. El deseo de plena comunión entre todos los creyentes en Jesucristo va siempre acompañado de la búsqueda de la fraternidad entre todos los seres humanos”, agregó. 

El Santo Padre remarcó que “existe una hermandad universal”, independientemente de la etnia, la nacionalidad, la religión o la opinión.

Al término de su discurso, remarcó que “el uso de la religión para justificar la guerra y la violencia, como cualquier forma de fundamentalismo y fanatismo, debe ser rechazado con firmeza, mientras que los caminos a seguir son los del encuentro fraternal, el diálogo y la colaboración”. 

Al concluir la ceremonia, el Santo Padre regresó en procesión junto a los líderes cristianos y Bartolomé I, mientras el sol se ocultaba en el horizonte de aquel lago, testigo del histórico concilio y del profundo anhelo de unidad entre los cristianos.

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