El desafío de afrontar los abusos dentro de la vida consagrada —en todas sus dimensiones: sexual, de poder, de conciencia y también económica— centró los trabajos del encuentro internacional organizado por la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores en el Palacio Maffei Marescotti, en Roma.
Bajo el lema “Construir comunidades que protejan la dignidad”, representantes de institutos religiosos de una veintena de países se dieron cita entre el 17 y el 19 de noviembre para compartir experiencias, examinar fallos estructurales y avanzar en la preparación del tercer Informe Anual, que implicará a 40 comunidades.
El presidente de la Comisión, el arzobispo Thibault Verny, agradeció la presencia de los cerca de 60 participantes de varios países y subrayó que la prevención de los abusos “no es una tarea local, sino un compromiso universal de la Iglesia”.
El tercer informe sobre abusos, precisó el arzobispo, “no pretende añadir un peso”, sino ser “una oportunidad” para promover “la atención hacia los miembros más vulnerables” y reforzar “la calidad de la formación”. Este camino “no puede recorrerse en solitario”, concluyó Verny.
“Te creo, no estás sola”: el principio de una verdadera reparación
Uno de los momentos más significativos fue la intervención de la presidenta de la Conferencia de religiosos y religiosas de Francia (Corref), Véronique Magron, quien expuso con claridad los pasos iniciales para acompañar a una mujer consagrada que denuncia abusos. Su primera recomendación fue directa y sin matices: “Las primeras palabras deben ser: te creo, no estás sola, te ayudaré y haré todo lo necesario”, afirmó según reporta Vatican News.