16 de diciembre de 2025 Donar
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Los “toques milagrosos de la presencia de Dios” en la República Checa, el país más ateo de Europa

Imagen referencial de Praga, capital de la República Checa/ Crédito: Shutterstokc

La República Checa, conocida por su patrimonio histórico, sus joyas arquitectónicas con castillos de cuento y arquitectura medieval, está considerado el país más ateo de Europa.

La evangelización en esta tierra —que aún arrastra las consecuencias de un pasado marcado por el comunismo y la división—, es un continuo reto, pero no una meta imposible: los misioneros checos afirman percibir “toques milagrosos de la presencia de Dios” en una sociedad cada vez más sedienta de Amor y Verdad.

Aproximadamente un 80% de los más de 10,5 millones de habitantes de la República Checa asegura no pertenecer a ninguna religión. Aunque alrededor de un tercio de la población dice creer en Dios —en muchos casos sin vincularse a una confesión concreta—, sólo el 9,4% se identifica como católico. 

Cerca de una cuarta parte de los checos se declara atea, según la encuesta de Pew 2017 sobre los valores europeos, lo que convierte al país en uno de los más secularizados del continente. Al comparar los resultados de los censos desde 1991, se observa una clara disminución en la pertenencia a iglesias y un crecimiento de la creencia personal en Dios sin afiliación institucional.

“Toques milagrosos de la presencia de Dios”

El hermano Šimon Růžička, OFM, responsable de las misiones franciscanas urbanas en el país, explica a ACI Prensa que los misioneros experimentan “toques milagrosos de la presencia de Dios”, reflejados en una “profunda sed de Amor y, por tanto, de Dios”. 

“También percibimos cómo Dios toca los corazones de las personas, en ocasiones incluso mucho antes de que se encuentren con alguno de nuestros misioneros”, precisa.

Para el P. Daniel Vícha, vicario para el Cuidado Pastoral de la Diócesis de Ostrava-Opava, evangelizar a quienes “no saben nada sobre la fe” no es “tan difícil” ya que, asegura, para ellos las cuestiones de la fe “suelen ser una sopresa”.

“La mayoría de la población se declara atea, pero al mismo tiempo el 70% dice creer en ‘algo’, y es precisamente desde ahí donde debemos comenzar”, afirma.

Por otro lado, explica a ACI Prensa que encuentra mayores dificultades al evangelizar a quienes tienen cierta noción del cristianismo, por ejemplo, “por las clases de historia o por los informes sobre abusos”. Asegura que ellos “suelen estar más cerrados”. 

El franciscano Růžička coincide con esta afirmación y subraya que es más difícil “ser profeta en casa” y en la misión cotidiana, en las parroquias y entre amigos o familiares. 

Escultura en Praga de San Juan de Nepomuk, patrón de Bohemia. Crédito: Shutterstock

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El ateísmo, consecuencia de una raíces históricas profundas

El bajo porcentaje de católicos tiene raíces históricas profundas y se debe a varias razones. Desde la ruptura con Roma en tiempos de Jan Hus, a inicios del siglo XV, y la represión posterior de los husitas por el Imperio austrohúngaro, la Iglesia Católica quedó asociada en la memoria colectiva con el poder extranjero y la imposición.

Además, las secuelas de 40 años de persecución comunista tras la Segunda Guerra Mundial dejaron “profundas heridas en la Iglesia local” que aún no han sanado por completo, según detalla la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).

Tras la caída del comunismo hubo un breve repunte religioso, aunque más como reacción política que como verdadera conversión. Desde entonces, la afiliación religiosa ha seguido cayendo, y la fe en la República Checa se caracteriza hoy por una espiritualidad individual, sin fuerte vínculo institucional. 

El P. Vícha explica que el comunismo desempeñó un papel importante, “pero simplemente completó algo” que ya estaba profundamente arraigado en la sociedad checa: “Cuatro siglos de la nación formando parte de la monarquía católica austriaca generaron una predisposición negativa hacia la fe”. 

Debido a su sentido de identidad nacional, explica el sacerdote, “la nación checa se distanció internamente del catolicismo, que estaba representado por el gobierno austríaco”.

“Con una historia tan variada, no sorprende que los católicos sean menos que un 10%. Sin embargo, percibo como un milagro que la Iglesia de Cristo sea un organismo verdaderamente vivo, que no depende de los poderes del mundo ni de los errores y fracasos humanos, muchas veces también de los nuestros”, agrega el hermano Růžička.

La fe del pueblo checo

El vicario para el Cuidado Pastoral destaca que los checos “son escépticos por naturaleza”, y asegura que, “antes de aceptar algo como propio, necesitan reflexionar por sí mismos”. Esto, según el sacerdote, se debe a su ubicación en el centro de Europa, donde “se han alternado diversas corrientes y la nación ha tenido que pensar por sí misma qué es lo verdaderamente correcto. Si una persona checa acepta la fe, muy a menudo debe estar racionalmente justificada”, aclara.

Subraya que los creyentes “ya no están cargados por el miedo, como ocurría durante la época comunista. Si su fe es auténtica, no se avergüenzan de ella y pueden hablar de ella con sus compañeros”. Por el contrario, si se trata sólo de “una tradición muerta”, como suele suceder en las zonas más religiosas, prefieren abandonar su fe “porque no les aporta nada. Son muy sensibles a cualquier forma de clericalismo, superioridad o dogmatismo”, precisa el P. Daniel Vícha.

Šimon Růžička puntualiza que los jóvenes reciben la fe de los mayores “con disponibilidad y una nueva creatividad”, y aunque en ocasiones están “inmersos en un mar de confusión e incertidumbre”, asegura que “no se conforman con simples palabras, sino que buscan y anhelan una relación verdadera con Dios”.

Los retos de la Iglesia Católica en un país marcado por el ateísmo

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El P. Vícha señala que, aunque la Iglesia Católica es minoritaria en el país, representa la comunidad más fuerte en el ámbito religioso: “Debido a la experiencia histórica, la gente no busca la fe dentro del cristianismo. Por esta razón, es necesario que la Iglesia se esfuerce, ante todo, por ser creíble”.

Por su parte, el hermano Růžička señala la imagen de la Iglesia en el mundo, que en ocasiones muestra “una Iglesia dividida, que se desgasta en asuntos materiales”, como uno de los principales retos.

En consecuencia, afirma que es necesaria “una Iglesia viva y espiritual, que ame al pecador, pero no tolere el pecado. Una Iglesia que no juzgue, sino que anime y muestre el camino con su vida y sus obras. Esa Iglesia existe en nuestro país, y espero con ilusión que crezca y dé fruto”.

Aumento de bautismos

Unas 300.000 personas asisten regularmente a Misa dominical, lo que equivale a un tercio de quienes se declaran católicos. El año pasado se celebraron cerca de 15.000 bautismos (más del 12% de los nacimientos), y los bautismos de adultos alcanzaron el 7%, el porcentaje más alto desde 1993.

El P. Daniel Vícha confirma que la Iglesia está presenciando “un aumento en el número de adultos que piden el Bautismo. Pero también cada vez mueren más creyentes debido a la edad avanzada. Por eso, el número total sigue disminuyendo, aunque el número de catecúmenos esté creciendo”.

El franciscano revela con esperanza que en los últimos años “sí ha crecido el número de personas para las cuales este mundo sin Dios deja de tener sentido y que anhelan a Dios. Depende de nosotros cómo sepamos responder a ese deseo”.  Por ello, cree “sinceramente que en el futuro no se tratará de cantidad, sino de calidad”.

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