Con motivo del Día Internacional del Duelo Gestacional y Perinatal, la funeraria especializada En Vela organizó un coloquio en el que la fe afloró con naturalidad.
Así lo constataron Olatz y José Manuel, que el pasado año vieron morir a las 11 semanas de gestación a su hijo Jaime. Tras constatar que no tenía latido, los médicos les dieron las pastillas para provocar la expulsión del bebé en casa.
La dramática situación suscitaba en su corazón una pregunta: “¿Ahora qué hago con el cuerpo de mi hijo? No lo voy a tirar”. José Manuel expuso cómo, al ver a su hijo, se echó a llorar, se puso de rodillas y lo besó. “Se me activó toda la paternidad”, confesó.
El proceso previsto es “descorazonador”, porque lo previsto es que el cuerpo del hijo vaya directo a las cañerías. Sin embargo, con la ayuda de En Vela, Jaime tuvo un entierro.
Gracias a ellos, este matrimonio constató que “el cielo se nos hizo más patente que nunca”. Además, sus seis hijos vivos —tienen dos más en el cielo— “aprendieron que el mal existe, pero que no es la última palabra”.