Me dirijo a ustedes con gusto en estos días, en los que los eventos urgen al discernimiento y la responsabilidad, y se manifiesta el papel crucial de los medios de comunicación en la formación de las conciencias y del pensamiento crítico.
Podríamos definir una paradoja que en la era de la comunicación las agencias de información y de comunicación atraviesan un período de crisis. Y que también los usuarios de la información están en crisis, intercambiando a menudo lo falso por lo verdadero, lo que es auténtico con lo que es artificioso.
Y, sin embargo, nadie hoy debería poder decir "no sabía". Por esto los animo en su servicio, tan importante; y animo a los momentos de encuentro asociativo, que les permiten reflexionar juntos.
La información es un bien público que todos debemos proteger. Por lo tanto, lo que es realmente constructivo es la alianza entre los ciudadanos y los periodistas bajo el signo del compromiso con la responsabilidad ética y civil. Una forma de ciudadanía activa es estimar y sostener a los operadores y las agencias que demuestran seriedad y verdadera libertad en su trabajo. Entonces se verifica un círculo virtuoso que beneficia al cuerpo social.
Cada día hay reporteros que arriesgan sus vidas para que la gente pueda saber cómo están las cosas. Y en un tiempo como el nuestro, de conflictos violentos y difusos, muchos pierden la vida al cubrir noticias desde el terreno: víctimas de la guerra y de la ideología de la guerra, que quiere impedir a los periodistas estar allí. ¡No debemos olvidarlos! Si hoy sabemos qué ha sucedido en Gaza, en Ucrania y en cualquier otra tierra ensangrentada por las bombas, se lo debemos en buena parte a ellos. Pero estos testimonios extremos son la cima del tributo de fatiga diaria de muchísimos que trabajan para que la información no esté contaminada por otros fines, contrarios a la verdad y a la dignidad de la persona.
Como saben, en mi primer encuentro con los periodistas de todo el mundo, justo después del Cónclave, quise lanzar mi llamamiento para la liberación de sus colegas injustamente perseguidos y encarcelados por haber tratado de contar. Reitero hoy esta solicitud. Hacer periodismo no puede nunca ser considerado un delito, sino un derecho que proteger.