4 de diciembre de 2025 Donar
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Escuela en Texas declara la guerra al celular: “Si lo traes, lo trituraremos”

Niños juegan con un columpio durante el recreo./ Crédito: Western Academy

Después de años en que los alumnos y sus padres ignoraron repetidamente las reglas, una escuela privada para hombres en Texas (Estados Unidos) ha decidido aplicar un método novedoso respecto al uso de teléfonos inteligentes y dispositivos digitales: si lo llevas a la escuela “lo destruiremos”.

Western Academy, una escuela independiente de artes liberales, ubicada en la ciudad de Houston, que afirma tener como objetivo educar a los jóvenes “en lo bueno, lo verdadero y lo bello”, nunca ha permitido que los estudiantes lleven dispositivos electrónicos a sus instalaciones.

En el pasado, si un alumno era sorprendido con un teléfono u otro aparato durante las clases o en un evento escolar, los profesores lo confiscaban y devolvían a los padres después de reunirse con el director, Jason Hebert, para explicarles que “no deberían devolverle el aparato a su hijo”.

Niños viendo ranas en un estanque durante el descanso. Crédito: Western Academy

Bajo la nueva política, que Hebert detalló en una carta de cuatro páginas enviada a los padres el mes pasado, una vez descubierto el dispositivo, será destruido y el alumno suspendido. Si vuelve a ocurrir, será expulsado automáticamente.

Además de su estricta política sobre los teléfonos, la escuela —que cuenta con unos 230 estudiantes entre tercer y octavo grado— ofrece un modelo educativo único. Los niños pueden jugar libremente entre los árboles, donde trepan, construyen fuertes, usan pistolas de juguete, y cuidan (o persiguen) gallinas antes, después y durante varios momentos de a jornada escolar.

Según Hebert, el profesorado, compuesto enteramente por hombres, fomenta desde temprana edad el respeto y la responsabilidad. Los maestros piden a los alumnos ponerse de pie cuando un adulto entra al aula e invitan a los padres a dejar que sus hijos aprendan a soportar las dificultades y a asumir las consecuencias naturales cuando olvidan llevar la tarea o el almuerzo.

Director Jason Hebert. Crédito: Western Academy

Un sacerdote católico de la prelatura del Opus Dei es el capellán de la escuela, fundada en 2010, y se encarga del programa de formación religiosa. 

El modelo es tan popular que, a pesar de que lel costo educativo en secundaria ronda los 28.000 dólares anuales, todos los grados tienen amplias listas de espera, y se prevé que pronto comiencen a inscribir en lista de espera incluso desde jardín de niños.

Al inicio de cada ciclo escolar, los alumnos son divididos en cuatro “casas” que compiten durante el año en actividades como “captura la bandera” o “la carrera del héroe”, donde los equipos eligen a un representante que corre por todo el campus, escalando obstáculos y arrastrándose en el lodo. También hay un concurso de declamación de poesía llamado “El Bardo”. Stephanie Creech, una madre de familia, dijo a CNA —agencia en inglés de EWTN News— que sus hijos son tan felices en la escuela que “ruegan por llegar temprano y quedarse después de clases para seguir jugando”.

El director habla a los niños en su primer día de escuela. Crédito: Western Academy

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Observando el daño

Hebert habló con CNA sobre qué provocó el cambio en la política de teléfonos inteligentes, diciendo que eligió las palabras de su carta con mucho cuidado.

“Los teléfonos inteligentes están causando daños significativos e inimaginables a los estudiantes que los usan”, escribió en la misiva. “Y también perjudican a los hijos de aquellos padres que han optado por no darles teléfonos”.

“El daño que estos aparatos han causado a nuestros hijos”, dijo en la entrevista, “simplemente nunca se había imaginado”.

Añadió que “no se trata sólo de pornografía”. Explicó que en YouTube, actores y creadores de contenido “hacen las acciones más vergonzosas sólo para obtener clics. No tienen ningún respeto por la dignidad de su cuerpo ni por la vida. Cero. Y los muchachos quieren imitarlos”.

El director señaló que la “gota que derramó el vaso” fue cuando una madre lo llamó para decirle que su hijo había visto un video violento y gráfico en un teléfono durante un evento escolar. Tras ese incidente, dijo Hebert, él y algunos administradores del colegio dijeron: “Hasta aquí hemos llegado”. 

Cuando se le preguntó por qué no optó simplemente por la expulsión inmediata en lugar de destruir los dispositivos, Hebert respondió riendo: “Siendo franco, quiero destruir el teléfono. Quiero darle al chico la oportunidad de vivir sin él”. Para ello, compró una trituradora de metal.

“Miren, no soy alarmista. No soy reaccionario. Pero la conclusión es esta: estos dispositivos no son neutrales. La investigación es concluyente: son perjudiciales para nuestros niños. He tratado con cientos y cientos de niños durante dos décadas en el ámbito educativo y aún no he visto una excepción a esta regla”, dijo.

Hebert dijo que, con el paso de los años, ha notado una degradación en la calidad de la conversación de los chicos. “No te puedes imaginar el nivel de desvergüenza” entre algunos chicos, muchos de los cuales generalmente se consideran “buenos chicos”.

“Este tipo de comportamiento es algo sin precedentes en mi carrera como educador, e incluso como atleta profesional”, añadió.

Jóvenes animan a sus compañeros durante un juego en el que dos niños compiten por quedarse un balón. Crédito: Western Academy

A principios de la década de 2000, antes de comenzar su carrera docente, que incluyó enseñar en The Heights School en Maryland, pasó un año como jugador de fútbol profesional en equipos de práctica de tres equipos de la NFL: los Chargers, los Titans y los Raiders.

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“Nunca jugué un partido de temporada regular. Le digo a la gente: llegué a la NFL, pero no triunfé en la NFL”, dijo entre risas.

“Que quede claro: fui atleta rodeado de algunos de los seres humanos más terrenales del planeta”, dijo. “Estos hombres no se avergonzaban de decir nada en el vestuario. ¡Pero se habrían sonrojado al escuchar algunas de las cosas que dicen estos chicos! Es inimaginable. Sin embargo, ahora es cada vez más común gracias a estos dispositivos”.

Una respuesta “100% positiva” de los padres

Al preguntarle si temía que los padres retiraran a sus hijos por la nueva política, el director respondió que si no comparten los valores de la escuela, quizá sea mejor que se vayan y que uno de los muchos en la lista de espera ocupe su lugar.

En su carta a los padres escribió: “La escuela es una verdadera alianza con los padres. No lo decimos por efecto poético, sino porque debe ser así para que el crecimiento auténtico de sus hijos sea una realidad”.

Hebert invitó a los padres a reflexionar: “¿Qué valor tiene el teléfono para ustedes? ¿Están dispuestos a dejar este lugar por él? ¿Este lugar donde su hijo es tan feliz? ¿Vale tanto el teléfono? Si es así, entonces hay un choque de visiones”.

Sin embargo, desde que se implementó la nueva norma, la respuesta de los padres ha sido “100% positiva”.

Después de enterarse de la nueva política de la escuela, una madre cuyo hijo se graduó de la escuela hace varios años dejó recientemente una donación financiera en la recepción "para el triturador de teléfonos".

“Todos saben que es lo correcto. Quizás los padres se sientan frustrados porque decir no a sus hijos hace la vida más difícil, pero saben que es lo correcto”, dijo Hebert.

Como padre de siete hijos, Hebert comentó que él y su esposa no permiten que sus hijos tengan teléfonos inteligentes ni redes sociales. “Puede que mis hijos no conozcan cierta jerga o chistes, o no estén al tanto de todas las fiestas. Están un poco fuera de ese mundo”.

“Y aunque eso parece importante”, agregó, “la alternativa es peor. Es un precio demasiado alto”.

“Todos queremos la verdad”, concluyó, “y la verdad es que estos dispositivos están haciendo mucho daño a los niños. No soy un profeta del desastre, pero algún día estos niños estarán a cargo de la sociedad. Piénsenlo”.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.

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