5 de diciembre de 2025 Donar
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Más de un millón de peregrinos caminaron este fin de semana a Luján

Peregrinación a Luján/ Crédito: Revista Eclesia - Diócesis de Lomas de Zamora

Una vez más, y bajo el lema “Madre, danos amor para caminar con esperanza”, más de un millón de argentinos caminaron este fin de semana al Santuario Nacional de Nuestra Señora de Luján, en la 51.ª Peregrinación Juvenil.

La caminata, que tuvo como punto de partida el Santuario de San Cayetano, comenzó oficialmente el sábado a las 10:00 horas con la salida de la imagen peregrina de la Virgen, bajo un sol desafiante y temperaturas que en la tarde rozaron los 30 grados centígrados.

Obispos y sacerdotes esperaban a los peregrinos en distintos puntos del camino para impartir la bendición,mientras grupos musicales acompañaban con cantos y alegría el paso de los cientos de miles de fieles que, a lo largo del día, llenaron de fe la ruta hacia Luján.

Durante la noche comenzaron las lluvias, primero intermitentes y luego persistentes, que obligaron a los fieles a resguardarse bajo ponchos, pilotos y bolsas de nylon. Desde la Basílica no pudieron precisar el número exacto de peregrinos, aunque cada año supera el millón de personas y, en esta ocasión, “se sobrepasaron todas las expectativas”, reconoció uno de los diáconos del santuario.

Ya en Luján, el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. García Cuerva, quien también completó los aproximadamente 60 kilómetros de la peregrinación, presidió la Misa central del domingo a las 7:00 horas.

Allí, dirigió su homilía a la Virgen María, Madre de los argentinos: “Madre… una vez más, y como todos los años, aquí están tus hijos. Tus hijos que vienen con los pies cansados, pero con el alma llena de emoción porque nos recibís con ese amor que sólo vos nos sabés dar”, expresó.

El prelado reconoció: “Necesitamos de tu amor de Madre. Ese amor que cura, ese amor que no juzga, ese amor que nos levanta y que nos anima en la esperanza”. 

“Llegamos aquí con nuestras cruces personales, con dolores y tristezas, cargando fracasos y broncas. Por eso necesitamos de tu mirada: una mirada tierna que transmite tanto, una mirada dulce que nos destapa el alma, una mirada llena de compasión y de cuidado”, agregó.

La mirada de María, aseguró, “es una caricia que conforta nuestras vidas”. Con una Madre así, sostuvo el arzobispo, “a pesar de tantas cruces pesadas que carga nuestro pueblo, seguimos caminando. No aflojamos y nos comprometemos a no abandonar los sueños de construir un país más justo y más fraterno”.

En ese sentido, animó a la unidad, a “mirarnos entre nosotros con misericordia”, y estar “cerca de los que la están pasando mal”. 

Al peregrinar tantos kilómetros, “duelen los pies, duele la vida”, pero “seguimos caminando” porque María “encarna la esperanza, una esperanza que no nace en el ruido, sino en el silencio de una espera habitada por el amor”, destacó, citando al Papa León XIV.

Mons. García Cuerva llamó a caminar con esperanza y a no dejarse vencer por el pesimismo: a no convertirse en “profetas de calamidades que sólo hacen diagnósticos de lo que ya sabemos que está mal”, ni dejarse ganar “por el desaliento y la tristeza”, sino a seguir adelante “aunque por momentos el egoísmo, la violencia y la injusticia parezcan ganar”.

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El Arzobispo advirtió que “hay muchos hermanos en nuestro país que ya no tienen fuerzas para seguir, que no encuentran sentido al camino de sus vidas, que han detenido su marcha. Les pesa demasiado la pobreza, las consecuencias del narcotráfico, las enfermedades, la soledad. Por ellos también peregrinamos”. Y añadió: “Los traemos en la mochila del alma, porque no queremos ser un pueblo indiferente ante tanto dolor, ni dejarnos ganar por la impotencia del ‘no se puede’”.

“Caminamos por los que no dan más. Caminamos por nuestros abuelos. Caminamos por nuestros adolescentes y jóvenes atravesados por la droga y el alcohol. Caminamos por los que perdieron un ser querido víctima de la violencia. Caminamos por los más pobres. Caminamos por los niños. Caminamos por las familias. Caminamos por los que buscan trabajo. Caminamos por nuestros sueños e ideales. Caminamos por nuestra Patria”, enumeró.

Finalmente, expresó un mensaje de esperanza: “Aquí, junto a nuestra Madre, nos comprometemos a seguir adelante, porque no está todo perdido. Podremos detener nuestros pies para descansar, pero no detendremos el corazón”. Y concluyó: “Estos corazones volverán a sus hogares movilizados por el amor de una Madre que nunca nos deja solos, y que nos anima a caminar con esperanza, a no claudicar en recorrer juntos caminos de fraternidad, de diálogo y de encuentro entre los argentinos”.

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