El Papa aseguró en la Audiencia General de este miércoles que Cristo, como hizo durante el día del Misterio pascual, entra cada día en los infiernos del hombre, una imagen que se refiere a quien “vive la muerte a causa del mal y del pecado” para salvar y “no para culpabilizar”.
“Cristo entra en todas estas realidades oscuras para testimoniarnos el amor del Padre. No para juzgar, sino para liberar. No para culpabilizar, sino para salvar. Lo hace sin clamor, de puntillas, como quien entra en una habitación de hospital para ofrecer consuelo y ayuda”, aseguró el Pontífice.
De esta forma, insistió en que si Cristo ha podido descender hasta allí, “nada puede ser excluido de su redención”.
“Ni siquiera nuestras noches, ni siquiera nuestros pecados más antiguos, ni siquiera nuestros vínculos rotos. No hay pasado tan arruinado, no hay historia tan comprometida que no pueda ser tocada por su misericordia”, expresó el Santo Padre que ha continuado este miércoles con la catequesis del misterio del Sábado Santo.
Los infiernos, condición existencial
Durante la catequesis, también explicó que la imagen de los infiernos, en la concepción bíblica, no son “tanto un lugar”, sino más bien “una condición existencial” en la que la vida “está debilitada y reinan el dolor, la soledad, la culpa y la separación de Dios y de los demás”.