Silvia tiene una cicatriz en el alma: enterró a su único hijo, con 34 años y dos niñas pequeñas, hace cuatro años. “Fue una leucemia fulminante. Se internó el 25 de mayo de 2021 y falleció el 3 de junio”, asegura con el dolor todavía aferrado a su garganta.
En aquella época, la pandemia de covid no dejaba espacio para el acompañamiento. Las medidas de seguridad impidieron que pudiera acariciarle la mano en su lenta agonía.
“Nunca nos dejaron visitarlo. Estuvo internado en la unidad coronaria completamente solo”, recuerda. Solo podían comunicarse mínimamente con mensajes de WhatsApp.
Rezar a su lado la Coronilla de la Divina Misericordia
Un día antes de morir, le dejaron entrar a verlo. “Estuvimos 15 minutos su esposa y otros 15, yo. Aproveché para rezar la Coronilla de la Divina Misericordia junto a él”. Después los médicos las invitaron a dejar la habitación y pocas horas después les pidieron que volvieran a la clínica.