Muchos de los peregrinos que participaron el pasado domingo en la canonización de San Carlo Acutis guardaron en la maleta el milagro que el joven millenial hizo posible en sus vidas, incluso antes de subir a los altares.
Como Jenna, una mujer irlandesa, que viajó junto a su madre y su hermana con la intención de agradecer al nuevo santo en zapatillas su intercesión. Se casó en 2018 y siempre había soñado con ser madre y sentir los latidos de un pequeño corazón en sus entrañas.
Sin embargo, durante años ella y su esposo enfrentaron problemas para lograr un embarazo. Incluso llegaron a resignarse a la idea de que nunca iban a poder envolver en caricias y dulces miradas a su recién nacido.
Un día conocieron a Acutis, el ciberapóstol de la Eucaristía. Sin muchas esperanzas, se acercaron a rezar a la Catedral de Derry, en el norte del país, donde hay una estatua de tamaño natural de Carlo.