Tantos han sido los prodigios que se atribuyen a la intercesión del Beato franciscano Sebastián de Aparicio, que la urna de plata que cobija hoy su cuerpo incorrupto fue hecha con los exvotos ofrecidos por sus devotos en muestra de agradecimiento.
Así lo comparte con ACI Prensa Fray Enrique Rivera, franciscano y vicepostulador de la causa de canonización del Beato Sebastián de Aparicio, entrevistado en el Convento de las Llagas de San Francisco en Puebla (México), que en una capilla especial acoge el cuerpo del beato franciscano, así como a los muchos devotos que llegan a pedir su intercesión.
El Beato Sebastián tiene muchos patronazgos a su cargo. Es el patrono de los transportistas y choferes, por su conocido trabajo abriendo caminos en el México —Nueva España, entonces— del siglo XVI, y recorriendo con su carreta por ellos; también lo es de los charros, por su habilidad de jinete y para lanzar el lazo a las reses. Y también recurren a él las mujeres que están esperando un hijo.
Llegaban a buscar al Beato Sebastián las mujeres embarazadas, cuenta Fray Enrique, y este les ponía la cuerda de su hábito sobre el vientre “y ya daban bien a luz”.
Fue beatificado el 17 de mayo de 1789 por el Papa Pío VI, pero más de dos siglos después no ha llegado la ansiada canonización. “Muchos dicen que es la humildad del beato, que no quiere que lo canonicen”, bromea Fray Enrique.