En Argentina, la tristeza por la muerte del Papa Francisco todavía era inocultable cuando, en los primeros días de mayo de 2025, los obispos de la Conferencia Episcopal se reunieron en asamblea plenaria, y los sorprendió allí la fumata blanca que marcaba la elección del nuevo pontífice. Mons. Alberto Bochatey, obispo auxiliar de La Plata y miembro de la Orden de San Agustín, recuerda el momento con una claridad imborrable.
“Llegué y me senté en el último lugar. Dije: bueno, a ver quién es el Papa y me voy a dormir la siesta. Y cuando el cardenal dice: Robert Francis… No había tantos, era él”. Nada menos que su compañero de estudios, y quien por muchos años fue su superior general, el Cardenal Prevost, un hermano agustino, era el nuevo Papa.
“Por un momento quedé tildado, como decimos, al punto de no escuchar el nombre que había elegido: León XIV. Me quedé en shock. Y la primera reacción, me puse a llorar como un niño, una emoción… Y yo creo que en ese instante, humanamente hice el clic del paso de Francisco a León”, relata el prelado a ACI Prensa.
“Francisco fue mi Papa”
La muerte de Francisco había sido un golpe fuerte para los obispos argentinos. “Fue mi Papa”, sintetiza Mons. Bochatey al recordar a quien durante 12 años, “toda mi vida episcopal”, estuvo al frente de la Iglesia universal, con el especial detalle de haber sido un argentino. “Si bien a mí me nombró obispo el Papa Benedicto XVI, yo fui consagrado obispo el 9 de marzo, y el 13 de marzo salió elegido Francisco”, repasa.
Por eso, ante su partida, el obispo pensó: “Qué regalo tuve en mi vida de que, siendo obispo, el primer Papa con quien estuve, con quien aprendí, fue Francisco, que me conocía, y yo tuve la oportunidad de conocerlo a él también”, al tiempo que consideraba que tal cercanía había sido algo que “se da una sola vez en la vida”.