“Os lo pido: descansad un poco. La cita es aquí mañana por la mañana para la Santa Misa. ¡Buenas noches!”. Con este consejo paternal, el Papa León XIV se despidió al finalizar la Vigilia del sábado, de los jóvenes que pasaban la noche en la explanada de Tor Vergata.
Sacos de dormir y tiendas de campaña improvisadas cubrían el amplio terreno a las afueras de Roma, testigo una vez más de la fe y el compromiso de más de un millón de jóvenes llegados desde 140 países para participar en el Jubileo.
La alegría y el entusiasmo —visibles sobre todo tras la llegada del Papa— superaban el cansancio acumulado y la sonrisa no se borraba de los rostros de los jóvenes.
La noche en Tor Vergata fue también parte esencial de esta gran experiencia que quedará grabada para siempre en la mente y corazón de los peregrinos. Incluso muchos la describieron como “una pijamada” con un millón de amigos.