5 de diciembre de 2025 Donar
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Hermanos en Cristo: Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati

De izquierda a derecha: Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati vivieron en épocas diferentes, pero compartieron la pasión de vivir su fe al máximo./ Crédito: Dominio público y cortesía de la familia Acutis.

Vivieron con un siglo de diferencia. Uno escaló picos alpinos; el otro programó sitios web. Uno sirvió a los pobres de la Turín de la posguerra; el otro evangelizó desde una laptop en Milán. Pero el 7 de septiembre, dos jóvenes del norte de Italia —el Beato Pier Giorgio Frassati y el Beato Carlo Acutis— serán canonizados juntos por el Papa León XIV como los primeros santos del nuevo pontificado.

Sus vidas estuvieron separadas por el tiempo, pero unidas en el amor al Señor. Al canonizarlos lado a lado, el Papa León destaca el llamado universal a la santidad de la Iglesia: que todos están llamados a usar sus dones únicos para alcanzar las alturas de la santidad.

Grandes multitudes de fieles que han encontrado inspiración en Frassati y Acutis acudirán a Roma para celebrar su testimonio heroico. Entre ellos estará Brice Griffin, madre de cinco hijos de Carolina del Norte (Estados Unidos), quien reservó boletos de avión a Roma el día que se anunció la nueva fecha de canonización.

“Como madre, especialmente, es un gran regalo ver cómo Carlo llevó a sus propios padres de regreso a la plena comunión con la Iglesia Católica. Me encanta que sea tan cercano para nuestros jóvenes. En mi propio hijo adolescente, veo similitudes con Carlo”, dijo Griffin al Register. “Estoy muy emocionada de poder presenciar la canonización de Carlo junto a Pier Giorgio, otro gran ejemplo para nuestra juventud y especialmente para nuestros hijos adultos jóvenes”.

Frassati nació en 1901 en Turín, durante el auge industrial del norte de Italia. La ciudad se estaba convirtiendo rápidamente en el centro manufacturero del país, impulsada en parte por Fiat y la nueva industria automotriz. A los 13 años, cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Frassati fue testigo del regreso de soldados heridos, desempleados y destrozados. Más tarde se convirtió en miembro de la Acción Católica y del Partido Popular, trabajando para aplicar la doctrina social de la Iglesia al mundo moderno.

Casi un siglo después, Acutis nació en 1991, el mismo año en que la World Wide Web se hizo pública. Programador autodidacta, experimentó con Java y C++, amaba los videojuegos de Super Mario y filmaba a sus mascotas con una videocámara. Mientras sus compañeros millennials programadores lanzaban startups, Carlo usó su destreza tecnológica para catalogar milagros eucarísticos desde el apartamento familiar en Milán.

“La vida de Carlo muestra que la santidad es alcanzable en el mundo moderno, incluso en medio de la tecnología y los desafíos cotidianos”, dijo al National Catholic Register el P. Will Conquer, sacerdote misionero francés en Camboya y autor de un libro sobre Acutis.

Para el Papa León XIV, quien ha expresado su deseo de abordar las cuestiones éticas y sociales planteadas por la inteligencia artificial y la tecnología moderna, la canonización conjunta ofrece la oportunidad de hacer eco de la respuesta de su predecesor León XIII a la Revolución Industrial en una nueva era.

Encontrando consuelo en la naturaleza

Frassati pudo haber crecido en Turín, pero fue la casa de verano de la familia en Pollone, un pequeño pueblo a 80 kilómetros al norte, al pie de los Alpes, la que se convirtió en su santuario. Como miembro del Club Alpino Italiano, escaló muchos picos —desde el Grand Tournalin hasta el Monte Grivola de 4.000 metros en el Valle de Aosta— y rezó bajo las cruces erigidas en sus cumbres.

“Con cada día que pasa, me enamoro locamente de las montañas”, escribió Frassati, cuyo lema era “verso l’alto” (“hacia lo alto”).

Acutis encontró una paz similar en Asís, la ciudad natal de San Francisco, donde su familia pasaba los veranos. Lejos de los fashionistas y financieros de Milán, rezaba con los frailes franciscanos y las clarisas de Asís. Caminaba por las colinas de Umbría cerca del Monte Subasio con sus perros y hacía cruces con palos que encontraba en el camino, esperando que alguien pensara en Jesús al encontrarlas.

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Ambos jóvenes amaban a los animales. Frassati tenía perros llamados Jor, Mime, Wotan y Uadi, y un gato llamado Scimbo. Las mascotas de Carlo incluían perros llamados Briciola, Stellina, Poldo y Chiara (por Santa Clara), además de los gatos Bambi y Cleo.

El arzobispo Domenico Sorrentino de Asís calificó la canonización conjunta de Acutis y Frassati como “una señal de la Providencia que pone la santidad de la vida ordinaria de nuevo en el centro de la atención de la Iglesia, especialmente para las nuevas generaciones”.

Devoción eucarística

Aunque crecieron en hogares con familiares no practicantes, ambos muchachos se sintieron atraídos por la Eucaristía desde pequeños.

El padre de Frassati era agnóstico, pero eso no impidió que Pier Giorgio se uniera a la Congregación Mariana y al Apostolado de la Oración. A los 12 años, Frassati también pidió permiso para recibir la Comunión diaria, algo poco común en ese tiempo.

“Les ruego con toda la fuerza de mi alma que se acerquen a la Mesa Eucarística tan a menudo como sea posible”, dijo Frassati en un Congreso Eucarístico a los 22 años. “Aliméntense de este Pan de los Ángeles, del cual sacarán la fuerza para luchar las batallas interiores”.

Carlo, quien llamó a la Eucaristía “mi autopista al cielo”, comenzó a asistir a Misa diaria poco después de su primera Comunión a los 7 años. Su exposición de milagros eucarísticos ha sido vista por miles de personas en todo el mundo.

“Las personas que se ponen frente al sol se broncean; las personas que se ponen frente a la Eucaristía se hacen santos”, dijo una vez el joven Acutis.

Amor por María y los pobres

Frassati se consagró a María a los 17 años y más tarde se unió a la Tercera Orden de Santo Domingo.

“Como devoto miembro de la familia dominicana, llevaba un rosario en el bolsillo y lo rezaba a diario”, dijo el P. Gerard Francisco Timoner III, maestro de la Orden Dominicana, en una declaración oficial sobre la canonización de Frassati.

Acutis hizo su primera consagración personal a la Virgen María a los 5 años en el Santuario de Nuestra Señora de Pompeya. Tenía una devoción especial a Nuestra Señora de Lourdes y Fátima y solía regalar rosarios a los invitados en casa.

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Aunque ambos provenían de familias acomodadas —el padre de Frassati era editor de La Stampa, el de Acutis era ejecutivo de seguros en Milán—, ambos eran conocidos por servir a los más pobres.

Frassati se unió a la Sociedad de San Vicente de Paúl a los 17 años, daba su dinero del autobús a los pobres y visitaba a los enfermos. En su lecho de muerte, escribió instrucciones para asegurar que un hombre enfermo llamado Converso recibiera su medicina.

“Jesús viene a mí cada mañana en la Comunión, y yo le devuelvo la visita yendo a servir a los pobres”, dijo una vez.

De niño, Carlo dejó de comer Nutella como sacrificio y vendía juguetes para ayudar a los pobres. Más tarde fue voluntario en un comedor de beneficencia en Milán dirigido por frailes capuchinos y compraba sacos de dormir y bebidas calientes para los sin techo en invierno.

“Su amor era extraordinario”, dijo Nicola Gori, postulador de la causa de Acutis. “Usaba los ahorros de su dinero semanal para ayudar a los mendigos y a quienes dormían en la calle”.

Enfermedad repentina

Frassati murió de polio —posiblemente contraída de los enfermos a quienes servía— en 1925, a los 24 años. Carlo murió en 2006, con sólo 15 años, de una leucemia repentina y agresiva.

“Ofrezco todo el sufrimiento que tendré que soportar al Señor por el Papa y por la Iglesia”, dijo Carlo poco antes de morir, “para no pasar por el purgatorio y llegar directo al cielo”.

Ambos funerales reunieron a los pobres y marginados de sus comunidades, personas a quienes estos jóvenes santos habían ayudado en vida.

Frassati vivió casi una década más que Acutis y encontró su vocación como laico dominico. Carlo, aún estudiante de secundaria, comenzaba a discernir una posible llamada al sacerdocio.

“Canonizar a estos dos jóvenes juntos ofrece un modelo espiritual continuo, especialmente para quienes atraviesan la adolescencia y la juventud”, dijo Christine Wohar, directora ejecutiva de Frassati USA, al Register.

“Donde termina la vida de Carlo, la de Pier Giorgio continúa, proporcionando una continuidad para enfrentar los desafíos de la adolescencia y la adultez”.

Inspirando a los jóvenes católicos

Ambos han sido patronos de eventos de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Frassati inspiró a los peregrinos de la JMJ en Sydney en 2008 y Cracovia en 2016; Acutis fue nombrado patrono de la JMJ de Lisboa en 2023 y del Congreso Eucarístico Nacional de Estados Unidos en 2024.

Katie McGrady, presentadora de SiriusXM y conferencista católica para jóvenes, dijo que su atractivo para los jóvenes es claro.

“Cuando hablo de cualquiera de los dos, los jóvenes se sientan un poco más rectos, escuchan con más atención y quieren saber más. Sus historias son cautivadoras”, dijo McGrady.

“Carlo y Pier Giorgio muestran a los jóvenes que la santidad no sólo es posible, sino que se encuentra en los componentes ordinarios de nuestras vidas. Está en el senderismo, la programación de computadoras, el pasar tiempo con amigos y en encontrar oportunidades para ser generosos, donde podemos seguir y amar a Jesús”.

El P. Conquer añadió: “El apostolado tecnológico de Carlo habla a una generación inmersa en la cultura digital, mientras que la caridad activa y relacional de Frassati inspira a quienes se sienten atraídos por la comunidad y el servicio. Ambos vivieron vidas ordinarias con una fe extraordinaria, demostrando que la santidad es accesible para todos”.

El propio Carlo admiraba a Frassati. En sus últimos días, leía un libro en francés sobre jóvenes santos, recordó su madre Antonia.

“Carlo conocía a [Frassati]”, dijo. “Conocía a muchos santos jóvenes: Pier Giorgio Frassati, Chiara Badano, Gabriel de la Dolorosa... Amaba a los santos jóvenes”.

Ahora, el chico que amaba a los santos se convierte en uno, junto a un santo al que amaba. “Quizá la lección más importante”, reflexionó Wohar, “es que debemos examinar nuestras vidas y ver si realmente estamos viviendo o simplemente existiendo”.

“La vida pasa rápido, como lo demuestran las vidas breves de Carlo y Pier Giorgio”, señaló.

“Si estamos pasando nuestros días mirando pantallas, tal vez debamos reflexionar sobre eso. Pier Giorgio decía: ‘Vivir sin fe, sin un patrimonio que defender, sin una lucha constante por la verdad, eso no es vivir, sino existir.

‘Nunca debemos sólo existir, sino vivir’”.

Sabrina Ferrisi, corresponsal del National Catholic Register, contribuyó a esta historia.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.

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