4. Vacaciones, pero con Dios
Todas estas ideas, aclaró Leticia, “parten en realidad de la voluntad de vivir nuestras vacaciones con un sentido cristiano”, ya que “todo está profundamente ligado a nuestra vida con Dios”.
“¿Cómo vamos a darle sentido a las vacaciones y a los planes y a los momentos relacionales si nos distraemos del sentido último de nuestra vida? ¿Cómo llevar a Jesús a los demás durante las vacaciones si no lo tenemos dentro de nosotros y dentro de nuestras casas de veraneo entre toallas de playa y bolsas de patatas fritas?”, preguntó.
“Dios quiere estar también con nosotros en verano, quiere que disfrutemos y quiere vernos disfrutar con Él. Dios quiere estar en los planes familiares y en los churretes de helado en las camisetas de nuestros hijos: todo lo podemos compartir con él”, aseguró.
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Para lograrlo, aconsejó “no olvidarnos de las pequeñas prácticas espirituales o de piedad” que suelen hacerse durante el curso académico: como el rezo del Rosario, un poco de lectura espiritual, el Ángelus a las doce o bendecir las comidas.
“Al hacer estas prácticas elevamos nuestra alma a Dios y podemos dar gracias por lo que estamos recibiendo este verano. Las vacaciones son también una gran ocasión para rezar con más calma, leer con ganas, profundizar en nuestra relación con Dios”, afirmó.
Por último, señaló que, “si mantenemos esa sintonía, seremos además más capaces de mirar mejor a los demás, ayudarles, servirles, superar los roces, tener más paciencia. Meter a Dios en nuestro día a día nos ayudará a vivir un verano más cristiano que nos descansará y nos llenará el alma de manera profunda. Estaremos creando también para nosotros recuerdos imborrables sobre los que seguir construyendo durante los años venideros”.
5. Predicar con el ejemplo
El P. Héctor Razo, sacerdote mexicano del Opus Dei, señaló en conversación con ACI Prensa que la evangelización en las vacaciones “puede hacerse a través de la propia vida y del propio ejemplo de una vida vivida junto a Jesús”.
“A veces los cristianos podemos llegar a pensar que cambiar el mundo en el que nos movemos —ese mundo que cada vez está más secularizado— es una hazaña que nos llevaría años, o quizá siglos, cuando en realidad no es así”, precisó.